~ Asiento reservado.

Capítulo 3

Era la hora de comer. Completo silencio en la mesa. Mis padres no decían ni una sola palabra. Yo trataba de que el sonido al masticar no fuera molesto, pero era lo único que se escuchaba en aquel frío comedor. Miré a mi madre, que se mantenía firme, con la mirada perdida en su plato. Mi padre fue el que rompió el hielo.

— ¿Qué significa esto?

Sacó de su bolsillo una carta. La puso sobre la mesa y la desplazó hacia donde estaba sentado. Tomé ésta y leí el sobre: Universidad de Norwill. Ya sabía de qué iba esto. El contenido del sobre, decía que había anulado la matrícula, y que no iba a continuar la carrera de Medicina. Obviamente yo la anulé sin decirles nada, pero el centro te mandaba una carta cuando estaba todo en orden. Sentí la mirada pesada de mis padres. Di un sorbo a mi vaso de agua y dejé la carta en la mesa.

— Pues eso, que dejo medicina.

Mi madre se levantó de su silla, esta vez, con gesto de enfado.

— ¿En serio, William? — solo me llamaba por mi segundo nombre cuando estaba furiosa. — ¿Después del dineral que nos costó a tu padre y a mi los dos años de carrera que ya has hecho? ¿Todo eso para que lo dejes ahora?

— No pagaréis el tercer año, por eso anulé la matrícula. — seguí comiendo como si nada.

Escuché la risa irónica de mi padre, que negaba guardando la carta.

— Te dijimos que estudiar medicina te convertiría en alguien. Ahora, olvídate de tener éxito.

En ese instante, fulminé con la mirada a mi padre. Dejé de comer y me levanté de mi asiento.

— ¿Y tú? No te veo ser médico, ¿entonces no eres exitoso?

— Cállate, Louis. Mi trabajo te da de comer todos los días.

— ¿Y si yo quiero ser otra cosa, no puedo tener éxito? Vaya gilipollez. — saqué de mi bolsillo un cigarro y me lo encendí. A mi madre casi le dio algo.

— ¡¿Has vuelto a fumar, William?!

— Pues si, mamá, los putos estudios me han estresado una mierda. — di una calada y solté el humo.

— ¡En esta casa no se fuma! Y si quieres seguir viviendo aquí, más te vale retomar la carrera. — mi padre dio un golpe en la mesa.

— ¿En serio? ¿No me apoyariaís si quiero estudiar otra carrera? — esta vez, si me empezaba a sentir mal, en lugar de enfadado.

— ¡¿Y qué estudiarías?! — preguntó mi madre, aún alterada.

— Pues, no sé, me gustan otras cosas, como por ejemplo la música, cantar, yo que sé.

Escuché como ambos rieron a carcajadas. Se sentían de burla. Apreté mi mandíbula. No sé para qué saqué el tema.

— ¿Cantar? ¿Y te quejas de por qué queremos que estudies medicina? Estás mal, William. — opinó mi madre. — Mañana mismo hablas con los de la universidad, y les dices que pagaremos la matrícula, para que sigas con la carrera.

— ¡No! ¡No quiero, joder! ¡Puedo ser exitoso siendo otra profesión! — y lo que no quería hacer, lo hice, gritar.

Mi padre se levantó y me señaló con el dedo. Alzó la voz más que yo.

— ¡Entonces ya te estás largando de aquí, porque no pienso mantener a un fracasado!

— ¡Pues eso haré, largarme de aquí! - comencé a caminar hacia las escaleras, dispuesto a subir a mi habitación y recoger mis cosas. Me di la vuelta y les lancé una última mirada. — Eso sí, cuando esté en lo más alto, ni se os ocurra aparecer para apoyarme, porque en mi vida ya no tendréis lugar.