Mi madre siempre ha sido muy cercana conmigo, como una mejor amiga. Durante mi adolescencia, ella era la primera en saber todo lo que me pasaba; desde mi primer beso, hasta que tuve mi primera vez. Siempre me ha dado los mejores consejos y no me ha juzgado por cómo soy o lo que hago. No fue necesario que saliera del armario. Ella me aceptó siempre, dándome la confianza de ser yo mismo, sin ocultar lo que verdaderamente siento. Todos en casa lo han hecho, realmente.
Sin embargo, mi madre no es perfecta, y tiene algunas cosas que no me gustan. Por ejemplo, nunca puede mantener la boca cerrada, por muy incómodo que ponga a otra persona. Ella no se da cuenta, no lo hace jamás con una intención de dañar, pero puede llegar ha hacerlo. Siempre ha sido muy espontánea, muy directa, y a veces no mide su emoción.Recuerdo cuando traje mi primer novio a casa. No habíamos tenido sexo nunca, cuando mi madre sacó el tema, pero no de una forma normal, como pensaréis, lo hizo así:
— Si queréis que os dejemos la casa sola, solo tenéis que pedirlo.
Parecerá un comentario inofensivo a simple vista pero, tanto a mí como a mi primer novio, nos incomodó muchísimo. Sobre todo a él. Si había alguna posibilidad de que aquel día íbamos a dar un paso más allá, todo se jodió con el comentario de mi madre.
La amo muchísimo, y daría mi vida por ella, pero también la daría porque a veces cerrara la boca...
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Cuando Harry salió de la escuela al día siguiente y observó a aquel chico de ojos azules, negó con una sonrisa, cruzando la acera para acercarse a él.
— Segundo día que vienesa verme, espero no te acostumbres a ello.
— Tal vez haya descubierto una nueva rutina. — le guiñó el ojo y ambos rieron. — Ahora en serio, quería saber cómo estabas después de la cena de ayer.
— Fue bastante bien, la verdad. — Harry sonrió, notando como el mayor sonreía igual. — Tengo su apoyo, como me dijiste, y me siento más fuerte.
— Me alegro muchísimo por ello, Harry, de verdad. — mantenía su sonrisa — Por cierto, también me gustaría hablar contigo sobre el mensaje que me pusiste ayer.
Las mejillas del menor se tornaron de un notorio color rosado. Le daba vergüenza presentarle a sus padres, porque conocía de sobra a su madre, y sabe que haría comentarios que pondrían todo incómodo para Harry, sin mala intención de su parte. Realmente, aquella mujer tenía un don para saber cuándo su hijo sentía atracción por alguien, haciéndole pasar la mayor vergüenza.
Comenzó a negar algo nervioso, soltando una risa incómoda.— No hace falta, no es necesario que aceptes si no quieres, es una chorrada y...nah
— Pues quería decirte que si me apetece.
Aquella simple frase tensó al rizado. ¿Había escuchado mal? Su amigo se mostraba en silencio, seguro de sus palabras.
— ¿En serio? — Harry trataba de asegurarse de que no escuchara voces.
— Lo digo en serio, bobito. — Louis rio — ¿Qué hay de malo en conocer a tu familia? ¿Acaso son narcotraficantes y no debo saber su secreto?
Su comentario logró sacar una pequeña carcajada al más alto, que negó acomodando su tote bag al hombro.
— Es solo que...siento que mi madre realmente exageró con todo eso de...querer conocerte. — comenzó a jugar con sus manos.
— ¿Qué le dijiste de mi? — preguntó curioso.
— Pues... — sus mejillas ardían, impidiendo que Harry pudiera concentrarse. — ¿Cuándo te gustaría ir a comer con mi familia?
Sintió que el cambio de tema repentino, ayudaría. Louis le observó unos segundos, riendo ante la actitud de su amigo, y se encogió de hombros.
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~ Asiento reservado.
Fanfiction"Desde entonces, mi actividad favorita se convirtió en hacer mi viaje de todos los días, porque sabía que tú subirías conmigo en cada uno de ellos..."