Capítulo 20

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— Mamá, ¿de verdad que no podías callarte?

Un Harry bastante enfadado se dirigía a su madre, cuando su primer novio abandonó la casa.

— ¿Qué he dicho? — preguntó ella confusa.

— ¡Todo! Solo lo has espantado. — respiró pesado, preso de su enfado.

— No seas exagerado. Se fue porque acabamos la velada, ya está. — rodó los ojos — He sido amable con él, y él me ha caído muy bien.

— Lo que digas, mamá, quédate en tu burbuja, si así lo quieres. — negó y se levantó de la mesa.

— ¿De qué hablas? Explícamelo, si he hecho algo mal. — le miró desde su silla, sin repetir la acción de levantarse. Harry simplemente negó y subió a su habitación.

Ya era la cuarta vez que discutían por ello. Jamás habían hablado las cosas, porque Harry se negaba rotundamente. Su enfado era capaz de arrastrarlo a una etapa de orgullo y negación, sin buscar qué explicar. Él creía que todo el mundo debía averiguar por su cuenta la consecuencia de sus actos. No siempre funcionaba, al parecer...

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El joven rizado estaba sentado en su cama, dando la espalda a la puerta donde se encontraba Louis asomado. Un pequeño suspiro se escuchó de su boca.

— Si, pasa...

Su voz sonó algo rota, aunque también se notaba que había intentado fingir lo contrario, sin éxito. El mayor entró en la habitación y cerró la puerta. Se acercó lentamente a su amigo y tomó asiento a su lado.

— Perdona, por haberme ido así de la mesa — miraba sus manos, jugando con ellas en un movimiento lento.

— No te preocupes. — se atrevió a colocar su mano por su espalda, acariciando con delicadeza.

— Sé que ella no lo hace con malas intenciones, pero parece que se le ha olvidado lo que le conté sobre Charles... — suspiró con tristeza, mirando al mayor con los ojos algo cristalizados. — ¿Tú me entiendes?

— Claro que sí, Harry. — le dedicó una pequeña sonrisa — Te recomendaría hablar con tu madre y contarle cómo te hacen sentir sus palabras.

— No sé...ella es así. — confesó Harry sin apartar la mirada.

— Que sea así no significa que no deba cambiar algunos aspectos que dañan a los demás, precioso... — seguía acariciando su espalda. — Siempre es importante hablar, comunicar tus sentimientos. Si la persona a la que se lo cuentas, no quiere entenderte, entonces ya sabrás quién no vale la pena.

Las palabras de Louis abrazaron a Harry como un buen consejo. Si eso se lo hubieran dicho antes, tal vez su vida habría dado otro giro, cualquiera era mejor que el que vivió él. Asintió lentamente y una tímida sonrisa se vio reflejada en sus labios.

— Lo haré, hablaré con ella.

— Bien. — sonrió.

El castaño decidió no sacar el tema de lo que su madre había dicho. No quería remover más en ello, al menos por ahora. Cómo bien dijo él, comunicar los sentimientos era algo importante, y lo haría, pero cuando fuera el momento de hacerlo, no en esa habitación, en esa casa, y en esa situación. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Harry pasó la mano cerca de su cara.

— ¿Lou?

— ¿Eh? ¿Qué? — le miró extrañado.

— Te decía que si podíamos bajar ya, a menos de que tú no quieras. — habló tímidamente.

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