Las no tan solitarias calles de Japón se cubrían con su característico manto blanco. Los copos de nieve caían incluso en los rincones más escondidos, aquellos que ni siquiera el ser humano podría imaginar. La tan esperada fecha navideña se acercaba rápidamente y, aunque estas festividades no eran del agrado de todos, en el futuro podrían considerarse días sumamente especiales. El rojo, el naranja y el amarillo pintaban un paisaje que cualquier fotógrafo o pintor desearía plasmar en una de sus obras de arte, para que otros pudieran admirar la belleza que ellos mismos contemplaban con sus propios ojos.
Mientras los rayos de sol se colaban eficazmente por las cortinas de la habitación, los cristales de la casa tradicional japonesa se empañaban debido a la diferencia de temperatura entre el frío exterior y el calor interior. Sin embargo, el frío no lograba penetrar en la habitación, manteniéndola cálida. La evidencia de ello eran los dos seres que descansaban en la amplia cama, claramente mostrando su deseo de no abandonar la calidez que compartían.
La persona que había ingresado a la habitación hace unos momentos no deseaba interrumpir la dulce escena que presenciaba, donde el patriarca se encontraba junto a la mujer de cabellera blanca.
— Padre... — susurró tiernamente, observando los sutiles movimientos de su padre al escuchar su llamado.
La joven notó el ceño fruncido del hombre mayor. Su mente le instaba a levantarse, pero su cuerpo parecía resistirse.
— ¿Fuyumi? — preguntó lentamente, desorientado, con una voz algo ronca y profunda—. ¿Qué sucede? ¿Ha pasado algo?
— Buenos días — le sonrió dulcemente, manteniendo su mirada mientras se sentaba en el borde de la cama —. Lamento despertarte tan temprano.
Apreciaba la situación en la que se encontraba su padre; parecía un felino despertando de un largo sueño. Admiraba cómo su imponente padre protegía a la mujer de cabello blanco, abrazándola como si fuera un peluche, a pesar de su gran tamaño.
— No te preocupes — dijo él, llevándose la mano izquierda al rostro para frotarse y orientarse en el entorno.
Los susurros llenaban la habitación, rompiendo la sensación de soledad que se cernía en el ambiente.
— Una de tus asistentes está en la sala; dijo que hay un asunto importante del que necesita hablar contigo — continuó Fuyumi en voz baja.
— ¿Quién? — preguntó de nuevo.
— Me dijo que se llama... ¿More? — inclinó la cabeza, tratando de recordar el nombre que le había dado la chica en la sala.
Observó a su hija por unos momentos y recordó que More era la persona que le había contactado hace unos días, relacionada con un caso que manejaba la agencia y con documentos importantes que requerían su supervisión.
— Ella está en la sala, dijo que esperará porque no tiene prisa — dijo Fuyumi mientras se levantaba de la cama y guardaba su celular en el bolsillo trasero de su pantalón antes de salir de la habitación.
El patriarca mayor sabía que su hija atendería a las necesidades de su invitada, aunque ya no escuchaba sus pasos tan cerca como antes
Enji no quería abandonar la cómoda cama, especialmente considerando la persona aferrada a su cuerpo como una garrapata. Se giró lentamente para observar el rostro de T/N, quien dormía plácidamente en la amplia cama. Al mirarla detenidamente, notó que el rubor en sus mejillas había regresado. El tono dorado, parecido al color de las galletas, ya no tenía ese matiz amarillo que había percibido durante la semana que ella estuvo en casa.
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𝑨𝒓𝒅𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒂𝒎𝒐𝒓 (Actualizaciones Lentas)
FanfictionQuien diría que me terminaría enamorando de la persona menos esperada, el amor y el dolor ser volverán a juntar en el camino para poder tomar la decisión correcta, déjame amarte como nadie mas lo ha hecho para que no vuelvas a la oscuridad de tu sol...