SEMPITERNO [ Escenarios ] #2

19.

Pañales

Cortito

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Aizawa Shota, con su usual expresión seria y un aura de cansancio, se encontraba enfrentando uno de los mayores desafíos de su vida: cambiar los pañales de su bebé. La pequeña criatura parecía aprovechar cada oportunidad para poner a prueba la paciencia y la determinación de su padre.

Con una mezcla de resignación y determinación, Aizawa preparó todo el equipo necesario para enfrentar la tarea: pañales limpios, toallitas húmedas y una expresión de "vamos a terminar esto rápido" en su rostro.

Sin embargo, apenas Aizawa desabrochó el pañal sucio, la pequeña bebé decidió demostrar su destreza en el arte de la sorpresa. Sin previo aviso, lanzó una ráfaga de pataditas que desequilibró a Aizawa y lo hizo tambalearse.

—Por favor... —Dijo el chico entre suspiros, luego sonrió a lo bajo y se motivó a seguir.

Decidido a no dejarse vencer, Aizawa se recompuso y continuó con la tarea de cambiar el pañal. Sin embargo, la pequeña bebé estaba decidida a hacerle la vida más difícil. Comenzó a revolverse y a estirar sus manitas con una energía inagotable, como si estuviera participando en una lucha libre improvisada contra su propio padre.

—Tan pequeña y ya peleando, que me espera en tu adolescencia... —Susurró Aizawa con una sonrisa sarcástica, mientras trataba de sujetar las manitas juguetonas.

Finalmente, después de algunos momentos de forcejeo y risas, Aizawa logró ponerle un pañal limpio a su hija, aunque un poco torcido y desalineado. Pero en ese momento, la bebé decidió añadir un toque final a la escena. Emitió un sonoro eructo que resonó en toda la habitación, dejando a Aizawa con una expresión de sorpresa en su rostro.

Shota solo pudo mirarle sorprendido y sentarse en la cama a reír, a este punto si no podía con el enemigo, tenía que unirse.

A pesar de las situaciones cómicas y las travesuras inesperadas, Aizawa no pudo evitar sentir un cálido amor y una conexión especial con su hija. La risa y el cariño llenaban su corazón, y aunque su expresión no lo demostrara, en su interior disfrutaba cada momento único y especial junto a ella.

Con una sonrisa irónica y su bebé felizmente cambiada, Aizawa la abrazó con ternura. Sabía que habría muchos más desafíos y momentos divertidos por delante, y estaba decidido a enfrentarlos con su peculiar forma de ser.

Y así, la experiencia de cambiar pañales se convirtió en una de las muchas aventuras cómicas y desafiantes de Aizawa como padre. A medida que su hija creciera, enfrentarían juntos nuevos desafíos, siempre con la personalidad única y característica de Aizawa presente en cada situación. Porque aunque Aizawa no mostrara sus emociones abiertamente, su amor y dedicación hacia su hija eran verdaderamente inquebrantables.