El karma existe

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POV ROBERTS

Joder, pero que era esto.

Sentía como si hubiera corrido kilómetros y solo había pasado un susto tremendo cuando no ví a Jay en su corral.

El travieso se había escapado de su celda, para explorar la casa como si contara con diez años en vez de diez meses.

— Te pillé chiquitín — solté una risita cuando pegó su boca a mi mejilla y clavó sus dos pequeños dientecillos en ella mientras manoteaba y  erizaba mi cabello — vamos a devolverte al lugar de donde nunca debiste de haber salido antes de que la fiera se asome por esa puerta

Después de las vacaciones Elizabeth y yo decidimos tener otro bebé antes de que fuera demasiado tarde. Ella quiso llevarlo en su vientre de nuevo, y yo no me opuse ya que me encantaba llevar la etapa del embarazo con ella, pero no parir yo.

Fue algo un poco más difícil, por la edad y esas cosas. El embarazo fue de riesgo, y entre Sabine y yo cuidamos de ella hasta que nació este pequeñín que hace por cien niños más.

— ¿Dónde demonios estará Sabine? — me cuestioné a mi misma mientras jugaba con Jay

Había cumplido 15 hacía algunos meses, y no entendía por qué pero se creía con la potestad de hacer lo que se le pegara en gana cuando estaba lejos de poder hacerlo.

Yo era la más suave con ella, pero Elizabeth si no creía en el espíritu santo cuando se le pasaba la hora de llegar a casa en la noche, o de cenar, o cuando se demoraba una hora más en el camino de vuelta a casa de la escuela cuando solo tomaba 15 minutos.

Recuerdo cuando le pidió que no la lleváramos más a la escuela, que quería ir por su cuenta. La castaña explotó de una manera que no había visto en años, desde que aquella enfermera se acercó a mi el día que nació Sabine y me pidió mi número al descarado delante de mi esposa.

— ¡Cariño! Estoy en casa — escuché la voz de mi esposa en la sala, y salí corriendo desde la sala de juegos para alzarla entre mis brazos y llenar su rostro de besos

Sus risas hicieron que mi corazón se calentara, cómo siempre lograba hacerlo.
Ella seguía siendo mi mayor rayo de luz entre tanta obscuridad. Siempre con sus normas estrictas y dominantes, pero que llevaban mi vida a ser un pequeño y perfecto desastre al intentar romperlas.

— Amo cuando me recibes así — confesó, dejando dos besos en mis labios

Mi sonrisa bobalicona no se hizo de esperar.

— Nunca perderé la costumbre, Liza — aseguré, tomando su bolso para acompañarla hacia donde se encontraba nuestro pequeño queriendo devorar un dinosaurio de goma

— Hola mi amor — hablo ella en tono suavecito y cariñoso, tomando al niño en sus brazos y como acto reflejo el se abrazó a ella como si la estuviese extrañando mucho

— Va a llegar el momento en el que te va a querer más a ti que a mí — fingí indignación

— ¿Por qué dices eso amor? — preguntó mientras mecia a Jay en sus brazos

— Porque yo soy la que siempre está todo el día detrás suyo, y en un futuro me verá como la mamá que no lo dejaba hacer nada — hice un puchero cruzando mis brazos por debajo de mis pechos

— No es cierto, Lie — se acercó a mi, recostando al pequeño de su hombro — tu estás todo el día con el, lo mimas y lo cuidas, mientras yo me ausento todo el tiempo a causa de mi trabajo — argumentó, para bajarlo y dejarlo hacer sus fechorías por la casa — eres la mejor mamá del mundo, y eso Sabine y el pequeño Jay lo saben — sonrió, tomándome por los hombros para dejar un corto beso en mi mejilla

GREEN EYES//Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora