Cap. 4

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Salí de mi habitación para bajar a cenar, vi que la puerta de la habitación de Harry estaba entreabierta, seguramente la estaban espolvoreando, cruce por ahí y regrese ya que note una silueta parada.

Era Mattheo.

t/n: ¿Qué haces aquí? —volteo a verme.

Mattheo: No sabía que existía esta habitación —miró alrededor—, ¿A quién le pertenece?

t/n: A Harry —me miró confundido—, ¿mi padre no te contó toda mi historia?

Se quedó callado un momento.

Mattheo: No en realidad.

t/n: Antes de saber que soy una Black me mintieron diciendo que era melliza de Harry —hizo una mueca—, le hice esta habitación para que me visitara en vacaciones, pero ya dudo mucho que eso pase...

Mattheo: ¿No has pensado en cambiarla? —dijo con su mirada fría.

t/n: Sí —confesé—, pero siento que es algo muy descortés y grosero, después de todo somos un poco familia, mi papá biológico es su padrino...

Mattheo: Ah, ya veo —hubo un silencio—. ¿Vamos a cenar?

t/n: Por supuesto —asentí.

Salimos de la habitación y bajamos juntos al comedor para sentarnos a cenar, hace unos días comenzó a sentarse a mi izquierda y por alguna extraña razón se lo permití.

Ya cada vez nos llevábamos mejor, algunas ocasiones tomábamos el té juntos, nos sentábamos para conversar de libros, dábamos pequeñas caminatas por el jardín o en el bosque.

Era agradable, bueno, solo un poco.

*

t/n: No me agrada la idea de vigilar a Draco para verificar que si estará haciendo lo que se le ordenó —comente a mitad de la cena recordando la reunión que tuvimos en la mansión Malfoy hace algunas horas.

Mattheo: No te preocupes, no tendremos que hacer mucho, además, Draco haría cualquier cosa por restaurar el honor de su familia, no nos complicará nuestra simple tarea.

t/n: Tienes razón —trate de sonreír—. ¿Y cómo te sientes por asistir a Hogwarts?

Mattheo: Normal, es obvio que quedaré en Slytherin, si no, me suicido —rodeé los ojos—, es broma.

Solté una risa nerviosa.

Mattheo: Me habías comentado que antes del banquete tengo que ir con el director, ¿cierto? —asentí dándole la razón— ¿Me podrías acompañar?

t/n: ¿Yo? —lo mire extrañada.

Mattheo: Claro —levantó la vista—, no hay nadie mejor que tú.

Amplíe mi sonrisa orgullosa pero a la vez complacida.

t/n: Y no conoces a nadie más de todas formas —lo mire jubilosa.

Mattheo: Conocí a los Greengrass —hice una mueca demasiada notoria.

t/n: Daphne... —susurré con desagrado.

Mattheo: Lo se, es irritante —se formó una sonrisa en mi rostro.

t/n: Bueno —volví hablar cuando termine la cena —, iré a tocar a Klavier —me levante sonriente.

Mattheo: ¿No puedes llamarlo piano? —preguntó amargo.

t/n: Si cuesta más de diez mil galeones se gana un nombre propio —sonreí y él torció los ojos.

T/N Black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora