El patriarca

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No había vuelta atrás, ya era el afamado tío abuelo William y mis días como el simple "Albert" habían acabado cuando dije mi verdadera identidad en la boda obligada de mi hija adoptiva. Oh! Como olvidar aquel día, fue una extrema locura y el decir toda la verdad me libero un poco del peso que traía sobre los hombros, sin más, ahora me tocaba un nuevo cargo y era el dirigir y continuar con el clan Andley.

Miraba aquellas cartas en el mesón y miraba la ventana hacia el Rosedal de mi sobrino Anthony, las dulces Candy ya habían florecido y de tan solo verlas me recordaba a la pequeña rubia que me había vuelto loco hace muchos años ya. Candy white, la joven de ojos esmeralda que alguna vez tome como protegida y que ahora era una joven adulta que hacía su vida como siempre quiso, sin presiones y libre de ataduras de las cuales nunca se sintió a gusto. Suspiro, y volvió a mirar las Miles de cartas que jamás envío a la pecosa, dónde confesaba sus sentimientos y profesaba los deseos que tenía por tenerla como suya, hacerla su esposa y que fuera la afamada matriarca de la familia, la señora Andley.

Señor William, ¿Me ha llamado? -George entro a la oficina, el francés estaba algo angustiado luego de que ambos rubios a quienes tanto apreciaba, se separaran luego de pasar aventuras juntos. El patriarca estaba ido en sus pensamientos, probablemente ni siquiera lo había escuchado entrar a la oficina a pesar de su llamado- Albert...

¿Eh? Oh! Lo lamento George... -suspiro nuevamente y se puso de pie- Si, te llamé apta saber si habías recibido noticias de mi sobrino Archie, supe que está junto a su pareja, Annie y a la amiga de ambos, Patty, en el hogar de pony junto a Candy

Pues, si, escribió y comenta que se encuentran muy bien, piensa unirse en matrimonio pronto con la señorita Britter y que la señorita  Patty se encuentra bien -Aclaro su garganta- Los niños del hogar están bien...

¿y Candy? -musito con duda y confusión, no era normal que George no dijera nada y se mostrará algo nervioso-

Bueno, ha estado trabajando como enfermera obviamente y también se está haciendo cargo del hogar de pony. La hermana María está de viaje ya que uno de los niños fue adoptado y decidió ir a visitarlo ahora a Londres dónde vive el pequeño, mientras que la señorita pony ha estado enferma -El hombre de cabello negro lo miro- Debería ir...

¿tu crees? -Se dió la vuelta y agarró su cabeza con nerviosismo- Dios, ¿cómo poder reaccionar ante ella sin ser evidente?

Sea natural como siempre señor -George lo miro- actúe como siempre con ella

No puedo George, he llegado al nivel en que de solo pensar en ella...

No me explique más -interrumpio la mano derecha del patriarca acomodando su corbata algo incómodo. Sabía que su jefe estaba enamorado hasta los pies de esa niña que tomo como protegida hace muchos años atras- Bueno, como decía, al menos debe de ir a apoyarla

Lo haré George, lo haré -tomo aire una y otra vez hasta que tomo el control de su ansiedad y nerviosismo- George, prepara el auto, iremos de inmediato al hogar de pony






Hogar de Pony

No podía contener la respiración por más tiempo, terminaría muerta en un par de segundos y todo sería culpa de esa carta con dulces palabras que me había enviado Albert. Sabía que él era el tío abuelo William y todo lo demás, pero para mí era Albert, mi gran amigo y compañero, mi príncipe de la colina

Un último Waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora