La enfermera

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La mañana siguiente fue sorprendente, puesto que Candy y como nunca, seguía en su cuarto con Patty. No salía de ahí, ya había pasado el desayuno y se negaba a salir luego de lo que Jimmy dijo, le era aterrador ver la forma en cómo iba a actuar Albert ahora en mas ¿se abra dado cuenta de sus sentimientos?

Candy vamos! Debes salir ya -patty estaba afuera con la bandeja de desayuno, detrás de ella sus amigos y Albert- Toma algo de desayuno!

No quiero! -musito desde adentro-

Pero Candy! Hay mermelada y más! ¿no comerás? Lo he preparado con tanto cariño... -patty fingio estar triste, de esa forma la pecosa saldría. Tal como lo menciono, la rubia salió de su escondite, notando de inmediato al rubio y a sus demás amigos- Oh! Vaya, hasta que te convencí....

Hola Candy... -albert interrumpió a la pequeña de cabello castaño y se acercó para besar la mano de Candy. Por otro lado, la pecosa sonrió más roja que un tomate, causando risas en sus amigos- ¿Gustas tomar desayuno y luego ir a caminar?

Con gusto Beth... Digo -tosio y aclaro su garganta al notar el sonrojo en el rubio- Albert....

La risa de todos en el hogar causó que ambos rubios se pusieran de color rojo, se miran por el rabillo del ojo y sonrieron como dos colegiales en preparatoria. Parecían tortolos.

Tras el desayuno, Candy comenzó a hacer las labores del hogar, limpiando el lugar, cargando la leña y así, con ayuda de todos pudieron terminar a tie.po para un descanso merecido. Archie y Annie decidieron ir al pueblo para comprar un par de cosas, Patty decidió quedarse en el hogar con la señorita pony y los dos rubios salieron a pasear. El hogar de pony era cálido, libre y siempre resplandecía, eso era lo que pensaba Albert desde el padre árbol donde se subió junto a Candy para mirarlo, ella lo observaba también...

No hemos hablado mucho, Candy.. -musito-

Lo sé... Es solo que... -penso- no lo sé, no se porque ha pasado tiempo desde que hablamos

Ya no nos damos tiempo... -bajo la cabeza- Al decir mi identidad, ya no tengo la libertad de antes...

Cómo me gustaría ayudarte Albert...

No lo hagas, se que eres un espíritu libre y atraparte en aquello sería asfixiante. Te quiero, Candy y no quiero que sufras más de lo que ya lo hiciste, además, la tía abuela estaría molesta al verte...después de lo que pasó... -Candy no dijo nada, solo miro la pequeña casita donde habitaba- Candy, perdon..

¿porque? -sus ojos se fijaron en los azules de su príncipe. Brillaban como dos luceros- Albert....

Porque te he dejado de lado a pesar de que te prometí que estaríamos juntos... He dejado cosas sin prioridad como algo importante y tú...

Ahora en mas Albert, tu trabajo es importante, no yo -sonrío. Le dolía decir eso, pero era la verdad-

...la tía abuela quiere casarte -Albert desvío su vista al cielo- le he dicho que no, pero ...

Es para deshacerse de mi ¿verdad? -ambos rieron a más no poder y sin querer se toparon de las manos, causando que se mirarán entre ellos como si quisieran decirse algo. Albert temblaba, sabía que podía perder el control, besarla y hacer lo que siempre soño, pero se mantenía firme...

Candy por otra parte, parecía una gelatina, y además de parecer una fresa, su concentración por afirmarse bien del árbol se perdió, causando que tambaleara y perdiera el equilibrio.

Candy! -albert la agarro, quedando ambos casi a caer de esa alta rama-

Albert! -grito, a pesar de saber escalar, había perdido la agilidad luego de tantos años, además, no tenía fuerzas suficientes luego de cargar toda esa leña esa mañana- no me sueltes

Jamás! -esas palabras resonaron como un eco en el corazón de ambos, y tras esto, Candy de los nervios se soltó y empezó a caer. Albert, que también era algo ágil en estos casos, bajo intentando atraparla, pero ambos cayeron contra el césped dándose un buen golpe quedando semi aturdidos.

Candy estaba sobre Albert, lo miraba y pensaba en besar esos labios que tanto anhelaba probar, sin embargo, si lo hacía, podía perder a su querido "amigo". Se armó de valor, y cuando estuvo a punto de besarlo, Albert abrió los ojos y la vio.

Candy... -susurro casi inaudible. No podía besarla, no podía... Perdería la razón.

Candy sin más siguió acercándose, apunto de besar al rubio, casi rozando sus labios, Albert se puso en pie dejando en shock a la rubia, más que avergonzada también. Se quedó mirando el suelo, y tras esto, un silencio incómodo

Le diré a George que vaya por pasteles al pueblo -se acomodo la ropa rojo, pero de vergüenza y molestia así mismo. ¿cómo se le había ocurrido hacer eso?

Si... -candy se puso de pie-

¿Candy quieres.... ?

No, no tengo ánimo... -la pecosa interrumpió, y antes de mirar al adulto, avanzo en dirección a la casita donde se oculto. Albert se maldijo, y pateó roca tras roca que se le cruzó hasta que diviso a su sobrino y a la joven Annie-

Chicos... -los miro y al ver que lo miraban confusos, suspiro- soy un bobo...

¿que ha pasado? -Annie consulto- ¿Candy se puso salvaje otra vez?

No, solo que... Se me acercó mucho y yo... Yo... -tartamudeo-

¿estás enamorado, Albert? -archie se sorprendio-

...si -suspiro- la amo con todo mi corazón, tanto que haría que el mundo se arrodille ante ella, la haría la mujer más feliz, haria mi vida más simple para verla feliz...

Oh, si supieras -comentaron ambos-

Ella debe seguir enamorada de Terry... -Bajo la cabeza y tras decir esas palabras, camino por la pradera hasta la colina de pony. La pareja se quedó mirando, y tras idear un plan, comenzaron a lanzar los dados...


Era hora de jugar a la enfermera y el paciente otra vez...



Continuara.....

Un último Waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora