Aceptación o negación

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Habia caído en un profundo sueño, luego de que la bala ingresará a su vientre, manchar su vestido y cayera como los pétalos de una flor marchita.

Se veía a si misma, ahí, en el suelo con un el velo y descalza mientras Albert lloraba desconsolado agarrándola entre sus brazos. ¿Había muerto? No...estaba apunto...

Extrañamente se veía como retrocedía el tiempo, lentamente regresando a sus vivencias desde aquel día, como si fuera una película en retroceso. Estaba asombrada al ver cómo todo pasaba ante sus ojos como la escena de un teatro; llegó al baile con Terry, luego, su llegada al colegio real San Pablo donde se escapaba para ver a Albert.

Candy, no debes estar aquí -La voz de una mujer la saco de sus pensamientos. Era rubia, de ojos azules hermosos y con rosas en las manos ¿quien era?- Pronto llegará tu momento, pero no es ahora...

¿Quien es usted? -candy la analizo, tenía un leve parecido a ella- ¿Cómo sabe mi nombre?

Bueno, Anthony me contó mucho sobre ti... Y mi hermano, también habla de ti todo el día -sonrío de manera dulce-

Usted es... -se sorprendió. Era Rossemary Andley, la hermana mayor de Albert y la madre de Anthony. La mujer dió una pequeña risilla, era un angel- ¿Cómo llego aquí?

He venido a sacarte de aquí... Aún no es tu momento, tienes una vida por delante, pero pronto estarás con nosotros -la miro y Candy supo de inmediato a qué se referia- si, Candy... Aquí todo lo sabemos...

No quiero que se entere...

Lo hará tarde o temprano... -Rossemary se acercó y dió una vuelta mirando a la joven- Es extraño... A pesar de que no eres una Andley de nacimiento, seguirás con la maldición...

¿maldición? -sudo frío al oír de aquella palabra-

Tarde o temprano sabrás... -sonrio- Anthony! Ven aquí cariño, mira quién está aquí...

El rubio apareció desde lo que parecía ser una esfera de luz que se transformó en el joven. Cargaba una dulce Candy en una de sus manos y al ver a Candy le sonrió. La rubia estaba anonadada, pensaba que se había dado un golpe fuerte en la cabeza

Candy... Que felicidad me da verte después de tanto tiempo, finalmente encontraste a tu príncipe de la colina de pony -su voz dulce hizo llorar a Candy- no llores pecosa, que eres mucha más linda cuando ríes que cuando lloras...

Oh Anthony... No sabes cuánto sufrí por tu partida -la rubia no podía dejar de llorar- Pensar que pudo haber Sido mi culpa...

Nada de eso, era mi hora y ya -se acercó a tomarle la mano- Candy, no te sigas culpando por mi muerte, era el destino... Y se que la tía abuela te ha culpado de mi muerte

Y de todas las desgracias que han habido en esta familia también... -bajo la cabeza- ¿Sufriste?

No... No sentí nada -El ojiazul la miro- Candy, debes irte ya, no puedes quedarte aquí... Pronto llegará tu hora, hay muchos que quieren verte aún...

Pero...

Cuida en lo que puedas a mi prim@ y a mi tío -beso la frente blanca-

¿Prim@? -La pecosa pronto empezó a desaparecer ante los ojos de ambos rubios dejando un destello de luz cegador










Un último Waltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora