Candy... Candy...Candy...
Eso repetía en su mente intentando despertar, pero le pesaban los ojos y se sentía físicamente agotado. Aún le dolía su pecho, y que decir del cuerpo, como si hubiese levantado toneladas de leña...
Candy...mi dulce pecosa...
La llamaba, quería despertar pero le era difícil abrir sus azules cielo y mirar ese cabello ondulado que tanto amaba tocar.
Oh Candy... La dulce niña pecosa que conocí aquel día en la colina. Extrañaba a mi hermana, quería tocar la gaita y sentirme... Libre....
Albert!! -candy grito conmocionada al ver que el hombre al que darían por muerto, vivía. Su corazón palpitaba a un ritmo lento pero seguro. El doctor, al oír el grito, apresuró el paso y se acercó para revisarlo...estaba vivo, vivo como el trigo después de las ventiscas de invierno. Tan vivo como los rayos de sol- Albert!!! Estás vivo!
Candy... -le costaba pronunciar aún una mera palabra, hasta la más mínima se podía volver algo doloroso de decir- ¿que me sucedió?
Calma, estarás bien -dio una sonrisa enorme mientras su labio temblaba. Albert, notando poco está acción, ya que aún veía borroso, acercó con debilidad su mano al rostro blanco, quien al sentir el tacto se sorprendió- ¿Eh?
Gracias... -musito Albert, acariciando con amor y delicadeza la mejilla algo colorada. Candy no lo soporto más, y abalanzadose sobre el rubio, se puso a llorar en el pecho del hombre que tanto deseaba poder cuidar y amar.
Durante la noche, Candy se mantuvo despierta atendiendo las necesidades que necesitaba Albert, tales como comer y acomodarse en la cama. El doctor le había recetado reposo y 0 emociones fuertes...pero Candy no podía contener las ganas de decirle lo que sentía, más ahora que sabía que, la vida de Albert era delicada. Nadie estaba despierto, todos dormían...
Annie y Archie dormían juntos en un cuarto
Patty dormía plácidamente en un camarote cuidando a Jimmy, quien había tenido pesadillas las noches anteriores
La señorita pony dormía en su cuarto, aún estaba débil de salud
Y el señor George dormía en el cuarto de Candy...
La rubia sabía que era así oportunidad... Y tras sonrojarse y desviar la vista del rubio mientras le hablaba, le tomo la mano de manera delicada. Albert noto algo extraño, y tras mirarla, también se puso rojo
Candy... ¿te sucede algo? -albert la analizo y dio una sonrisa.
Albert yo... Quiero decirte algo importante y no me importa si me aceptas o no -candy cerro los ojos bruscamente, con las mejillas similares a unas fresas frescas- te amo, ¿Ok? Te amo y no me importa que me digan que está prohibido, solo se que te quiero y quiero ser feliz contigo... Se....que eres mi padre adoptivo, mi protector, pero eso no me importa!
Candy...
Solo quiero ser más que tu amiga, más que la niña que vez a diario que debes proteger! -candy dejó caer las lagrimas- e...esto está mal... -se puso de pie inmediatamente-
Candy! Espera! -albert se puso de pie manera brusca, tomando la mano y mirando a los ojos esos ojos esmeralda brillante- Candy...por favor..
No Albert... Se que debes pensar que estoy loca o estoy mal de la cabeza -suspiro- déjame...ya no importa
Candy, por favor antes de marcharte debo decirte que... -tartamudeo-
¿que...? -lo miro, triste-
Que te amo, Candy... Desde que te conocí en la colina de pony cuando apenas eras una pequeña niña. Esa vez...aún recuerdo, cuando dijiste que sonaban como caracoles arrastrándose -suspiro enamorado- esos rizos, esas pecas, esos ojos esmeralda brillantes por las lágrimas acumulados...
Si... -sonrio-
¿Recuerdas lo que te dije? -albert abrazo con un brazo, la diminuta cintura de su protegida y con la otra acaricio los labios rosas que lo tentaban a poseerlos. Oh! Se sentía afortunado de estar así con ella ahora
... No -candy mintió, sabía perfectamente lo que le había dicho hace tantos años, solo que.... Ahora quería oírlo nuevamente.
Eres mucho más linda cuando ríes, que cuando lloras -beso las mejillas de Candy, y tras esto, se fue a acostar. Candy se quedó boquiabierta y salió rápidamente cerrando la puerta. Respiraba agotada con una mano en el pecho, con emoción, pero también cabizbaja, pues esperaba ansiosamente que Albert la besara y...solo talvez...llegar a algo más que un beso
Adentro del cuarto, Albert sonreía, pero también se preguntaba si debió besarla o no, era un caballero y no quería precipitar las cosas, aunque las ganas de Acer la suya se notaban tanto, que hasta La chicas se habían dado cuenta y eso, lo apenó bastante. Annie le había comentado que debía de ser el mismo, no seguir las reglas que siempre le impusieron, Candy amaba la personalidad que el tenía y el espíritu libre sin ataduras...
¿Y si la hubiese besado? -se cuestionó. Tocó alguien la puerta, siendo Archie el intruso junto a George- ¿que hacen despiertos?
¿solo le diste un beso en la mejilla? -Archie tenía unas ojeras horribles y una mirada maldadosa- eres una gallina, tío...
¿perdón? A mucha honra soy como aquellas aves! -se indigno el rubio cruzándose de brazos como un niño pequeño. George lo miro seriamente-
Para ser un espíritu libre, señor, sigue el reglamento que la tía abuela tanto le inculcó...
No me digas, George... -trago saliva- agh! Me apena que crea que soy muy adelantado!
Pero Albert! Ella se confesó! -archie le reitero y eso le hizo click en la cabeza. Así que, tras tomar la valentía, salió corriendo al gran padre árbol donde Candy veía el amanecer.
Candy! -la llamo mientras corría cual caballero a su damisela-
¿Albert? -se dió la vuelta, tan lentamente que cuando por fin estuvo de frente al de cabellos rubios, cayeron rodando al otro lado de la pequeña colinita dónde estaba el padre árbol, quedando llenos de pasto y algo empapados por las gotitas de agua. Candy estaba debajo de Albert, respiraba agitada- ¿Pero que te pasa Albert?! No vuelvas a hacer eso!
...no te arrepentirás de lo que haré ahora, mi pequeña... -su voz sonó ronca y solo se unió en un profundo beso con ella, lleno de pasión, cariño, amor y lujuria. No había control...
Continuara...
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Un último Waltz
FanfictionAlbert ya era reconocido como él patriarca de los Andley, Candy ya era una enfermera. Un amor oculto que podía florecer o podía marchitar, todo podía suceder, el destino es como los juegos de azar y las cartas aún no son tiradas Podrán ambos enamora...