(Strange)

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El espacio en el que nos encontrábamos era tan reducido, que nuestros hombros se tocaban. Gracias al techado, no nos vimos afectados por la temerosa tormenta que se encontraba frente a nosotros.

En silencio, coloqué las manos en la barandilla del balcón y me relajé, observando las gotas infinitas que caían con rápidez. Estábamos a una altura considerable que me permitía mirar parte de la ciudad de entonces que recordé que éste lugar estaba alejado de la comunidad. Las luces de las casas, locales, edificios, centros de recreación y los postes de luz, iluminaba la ciudad de una manera lujosa y linda de admirar a pesar de la lluvia.

-Muy buena vista —murmuré,

volviéndome hacia Max y lo encontré mirándome.

—Sí, lo es.

Sonreí y se acercó a mí, pasando uno de sus brazos en mi cintura, de cierto modo que pudiéramos observar el panorama.

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