No te enamores de Nika

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Pregúntame qué hago...

-Yo, Nika, todo...

-Solo... Pregunta -dijo tragando con dificultad.

Cada vez sus labios perdían más el color.

-Que... ¿Qué haces, Nika?

Volvió a sonreí sin fuerzas y alzó una mano para acariciar mi rostro. Sentí la calidez de su tacto y dejé de respirar perdiéndome en el brillo de sus ojos.

-Admiro la vista, pulgarcita —dijo en un hilo de voz-. Siempre... Contigo... Admiro la vista...

Su expresión fue de pura calma. Su mano se deslizó sin fuerzas y sus ojos se cerraron lentamente.

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