Elysian

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-¿Me estás esquivando?

Sí, por supuesto.

-No, qué va.

-Me estás esquivando ―afirmó ahora, sin un ápice de interrogación en su voz. Debía de ser una pésima mentirosa, o a él se le daba muy bien leer a las personas. -¿Te arrepientes de besarme?

-Un beso no cambia nada, ¿recuerdas?

-¿Ahora eres tú la que se hace la dura?

-No está mal que pruebes de tu propia medicina.

-Ya la he probado, y es amarga. —Su cara, de por sí cerca, se aproximó un poco más y su nariz rozó la mía.

Solté todo el aliento de una vez y mi corazón se aceleró, tan rápido que me dolía el pecho. Ojalá su sola cercanía no provocase en mí aquel torrente de emociones.

-Pues cómete un dulce.

-Eso intento. -Sus labios rozaron los míos, y cuando estuvo a punto de besarme, me aparté.

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