Retos

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Loryann

Ya en el ensayo no lograba concentrarme, al punto de que perdía el ritmo; salía antes de tiempo, aceleraba el paso cuando no debía y mi expresión, según me decía la coordinadora, no reflejaba: «El poder y satisfacción de usar un Phillipe Saint Jean». El propio Phillipe lo notó, por lo que me haló aparte.

—¿Qué te pasa mon amie? —preguntó con su tono paternal tomando mis manos.

—Estoy preocupada, Phillipe —fue mi respuesta sincera.

—¡Ah! Des problèmes avec votre romance? —preguntó sobre mi relación.

—No, Phillipe. Esta vez es con ciertos asuntos con la prensa.

—Merde! —exclamó —. Espero que no hayas tenido problemas con el reportaje que te concerté.

—No, me refiero a los paparazzis. Han estado siguiéndome y han estado presentando fotos de mí y de...

—Tu amigo, entiendo —dijo —. ¿Y el tal James se molestó?

—No. Todo lo contrario —repliqué entusiasmada —. James es un amor.

—¿Entonces?

—Me preocupa que mis padres se enteren.

—Oh. Un problema que aún no ha ocurrido —comentó.

Entonces miró a su alrededor, tomó una bolsa de papel de un cesto de basura y la abrió. Estaba vacía, pero me pareció muy extraño que el diseñador más famoso de Paris hiciera eso.

—Dile tus preocupaciones a la bolsa —dijo él manteniéndola abierta.

Lo miré extrañada.

—¿Para qué es eso? —pregunté.

—Dile tus preocupaciones a la bolsa —insistió amablemente.

Phillipe a veces se comporta extraño y se lo adjudico a las excentricidades de un artista, sin embargo, eso me parecía más de lo normal en él.

—Adelante, mon amie —dijo sonriendo —. Deja tus preocupaciones en la bolsa mientras ensayas.

Comprendí entonces sus intenciones. Quería que despejara mi mente, apartando mis preocupaciones por un momento.

—Me preocupa que mis padres, se enteren de que estoy en una relación con James, por las noticias de farándula —dije hablando a la bolsa de papel un tanto avergonzada.

Très bien! —celebró cerrando la bolsa como si guardara algo en esta —. Ahora, tus preocupaciones están en la bolsa. Ve a ensayar y cuando termines, aquí mismo estarán, si quieres tomarlas de nuevo.

—Phillipe. ¿De dónde sacas esas cosas? —pregunté sonriendo.

—Vivimos para aprender, ma chère —respondió —. Para aprender y vivir.

Fue curioso, pero mi ejecutoria mejoró luego de eso. Cada vez que me llegaban las preocupaciones veía la bolsa sobre la mesa en que Phillipe las puso, y me hacía de la idea de que ahí estaban.

Al terminar, fui hacia la bolsa y la tomé. Me di cuenta de que me estaba preocupando por algo que aún no ocurría. Entonces, supe que lo mejor que podía hacer era hablar con mis padres. Adelantarme, y así podría enfrentar lo que tanto había estado evitando. Mi amigo Phillipe, no solo era un genio de la moda, también era muy sabio.

Terminé tirando la bolsa donde ameritaba estar, en la basura.

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Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora