Para que compartamos nuestra Felicidad

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Alexander

Estacioné la camioneta del tío y por un momento, Nat y yo nos quedamos sentados en silencio. Durante el camino venía pensando mucho en nosotros y cosas del futuro que teníamos por delante.

—Tu familia es divertida y encantadora —dijo ella calmada.

—¿Qué? —pregunté.

—Creí que querías saber lo que opinaba de tu familia.

—Sabía que te iban a agradar.

—Claro.

Abrió la portezuela para salir y la detuve.

—No tienes idea de lo mucho que me gustas —le dije mirándola a sus ojos que se abrieron en toda su extensión.

Se volteó, volviendo a sentarse y cerró la puerta.

—Tú también me gustas, Alex —respondió.

Se inclinó hacia mí y se detuvo a la mitad entre los asientos. Sonriendo tomé su rostro entre mis manos y la besé con ternura, un beso, luego otro y otro; luego un beso más largo. Un beso tan entregado que no nos dimos cuenta de que mi madre y mis tíos nos veían desde la entrada a la cochera.

Después de cenar, Mi madre hace la pregunta más incómoda.

—¿Y para cuándo celebramos la boda?

Casi me atraganto con el vino que estaba tomando, mientras que Natalia se limita a reírse divertida.

—Tenemos otros proyectos —responde ella—. Publicaremos un libro de fotografías.

—¡Que lindo! ¡Escribirán un libro juntos! —exclamó tía Marta.

—Viajaremos un tiempo —comenté con entusiasmo.

Error. Mi madre hizo muecas, mi tía fijó una mirada de reproche y mi tío bufó, preparándose para ver cómo me daban otro regaño.

—El libro será de fotos de naturaleza en diferentes países —intervino Nat de pronto—. Ya debe saber las hermosas fotos que Alex toma.

Y eso fue como magia. Mi madre sonrió, mi tía cambió su mirada hacia mi chica y tío August, volvió a bufar, esta vez de alivio.

—Seguro que será un éxito —comentó mi madre. Pero volvió al tema original—. Y con lo que ganen, podrán tener un hermosa boda.

El tío reaccionó, con una estruendosa risotada.

—Mamá, apenas comenzamos. El tiempo dirá.

—Solo no quiero estar demasiado vieja para disfrutar de mis nietos —replicó ella sonriendo a la vez que le da un cariñoso apretón a la mano de Nat.

Por su parte, Natalia parecía divertirse de lo lindo. Y al parecer encontró una forma de molestarme cuando ya estábamos en la cama.

—¿Así que tienes miedo al compromiso? —preguntó posando su cabeza en mi pecho.

Me reí.

—Ya estoy comprometido contigo a publicar un libro.

—Sabes a lo que me refiero —replica ella sonriendo.

—Ah, claro. Ya quieres complacer a mi madre.

—Ya nos está casando y con hijos —comenta ella entre risas.

—Y tú le sigues la corriente.

—No dije nada. Solo no quise contrariarla —replicó Natalia.

—Exacto. Solo te sonreías y se hizo de más ideas —dije.

Ladrón de Besos(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora