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El tren avanzaba rápido por las vías, el sonido rítmico de las ruedas contra el metal era casi hipnótico. Jeonghan se acomodó en su asiento, observando cómo el paisaje urbano de Seúl se desvanecía poco a poco. Edificios altos y luces brillantes se convirtieron en verdes campos y montañas distantes.

Era su primer viaje a Jeonju, y aunque la idea de pasar el verano en un pequeño pueblo agrícola le resultaba extraña, la promesa de relajación y la necesidad de inspiración musical lo llevaron a aceptar la invitación de su abuela.

Quizás el aire fresco del campo me ayude a encontrar nuevas melodías, pensó, dejando atrás la bulliciosa vida urbana. Sin embargo, había otra razón que lo impulsaba a ir: su abuela se había mudado al pueblo después de que su abuelo falleciera poco tiempo atrás. Jeonghan sentía que debía estar allí, de alguna manera, para apoyarla.

Al llegar a la estación de Jeonju, el aire era diferente: más fresco, más puro. Al salir, una cálida brisa lo recibió, y por un momento, se sintió fuera de lugar, como si estuviera en un mundo completamente diferente. Con su maleta en mano, caminó hacia la salida, donde su primo Soonyoung lo esperaba.

—¡Jeonghan! —gritó Soonyoung, levantando la mano y acercándose con una sonrisa brillante—. ¡Qué bueno verte! ¿Listo para la vida en el campo?

Jeonghan sonrió débilmente.

—Sí, supongo... Aunque no estoy seguro de cómo me llevaré con el barro y los insectos.

Soonyoung soltó una risa contagiosa.

—¡No te preocupes! La vida aquí no es tan mala. Además, tendrás mucho tiempo para relajarte y componer. Abuela estará feliz de tenerte aquí.

Mientras caminaban hacia la casa de su abuela, Jeonghan no pudo evitar sentir una mezcla de entusiasmo y ansiedad. Los alrededores eran un espectáculo de colores: campos de arroz verdes se extendían hasta donde alcanzaba la vista, y el canto de los pájaros llenaba el aire. ¿Cómo es que esto es tan diferente a Seúl? pensó, tratando de procesar la tranquilidad del lugar.

La casa de su abuela era acogedora, un hogar de estilo tradicional con techos de tejas y un pequeño jardín lleno de flores. Jeonghan sentía que la nostalgia lo invadía mientras caminaba por el sendero de piedra que conducía a la entrada. Aunque había visitado a su abuela en la ciudad en muchas ocasiones, nunca había estado en el pueblo, y ahora se encontraba en un lugar que le era completamente desconocido.

—¡Abuelita! —gritó Soonyoung mientras empujaba la puerta—. ¡Llegamos!

Su abuela apareció rápidamente, con su característico delantal de flores y una gran sonrisa en el rostro.

—¡Jeonghan! Mi querido niño, cuánto has crecido —exclamó, abrazándolo con fuerza—. ¿Listo para disfrutar del verano?

—Sí, abuela. Espero que tenga algo de tiempo para componer —respondió Jeonghan, sintiéndose un poco más cómodo entre el calor familiar. Sin embargo, no pudo evitar notar la tristeza en los ojos de su abuela. Había sido difícil para ella dejar atrás su vida en la ciudad después de la muerte de su abuelo.

Después de una cálida bienvenida y un almuerzo abundante, Jeonghan se retiró a su habitación. Se sentó en el borde de la cama, sacó su guitarra y comenzó a tocar algunas notas. Sin embargo, no podía concentrarse. La mezcla de nostalgia, emoción y ansiedad seguía rondando su mente.

¿Cómo voy a encontrar la inspiración aquí? pensó, frustrado. No podía evitar sentirse un poco perdido. La vida en la ciudad le había enseñado que el ritmo era constante, pero ahora, en este entorno tranquilo, se sentía casi abrumado. Además, estaba la presión de ser un buen nieto para su abuela, quien había pasado por tanto.

Verano en Jeonju || JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora