XIV

18 5 0
                                    

La noche del festival se sentía mágica, envuelta en un aire de celebración que lograba que Jeonghan se olvidara, aunque fuera por unas horas, de su vida en la ciudad.

A su alrededor, las risas, las luces y la música parecían crear un espacio en el que el tiempo no existía. Desde el principio, había intentado participar y disfrutar, pero el reciente beso de Soonyoung y Minghao aún le daba vueltas en la cabeza, despertando una sensación confusa. ¿Cómo es posible que dos personas puedan ser tan transparentes con sus sentimientos?

En medio de esas reflexiones, Seungcheol se acercó a él con esa sonrisa despreocupada y confiada que siempre parecía desarmarlo.

—¿En qué piensas, chico citadino? —preguntó Seungcheol, mirándolo con curiosidad.

—Nada importante —murmuró Jeonghan, desviando la mirada. Sabía que sus mejillas se habían sonrojado, y aunque intentaba actuar natural, había algo en la cercanía de Seungcheol que hacía que sus pensamientos se tornaran caóticos.

Sin embargo, Seungcheol no parecía convencido, y, sin dudarlo, tomó la iniciativa de incluirlo en los juegos del festival, incluso bromeando con él, instándolo a relajarse y disfrutar del momento.

Él siempre sabe qué decir para hacerme sentir más tranquilo... o más nervioso, pensó Jeonghan mientras seguía al grupo hacia el puesto de lanzar aros.

¿Por qué estoy tan pendiente de cada cosa que hace?

Durante el juego, Seungcheol no desaprovechaba la oportunidad de acercarse y guiarlo en sus movimientos. Aunque parecía un gesto casual, Jeonghan sentía cada toque de sus manos como una descarga que hacía eco en su pecho. ¿Por qué me siento así? pensaba, intentando concentrarse en el juego, aunque las manos firmes de Seungcheol en sus hombros o el leve roce de sus brazos le hacían perder el hilo de sus pensamientos.

En cada pequeña interacción, Jeonghan descubría una intensidad nueva en sus sentimientos hacia Seungcheol. No era solo admiración o simple gratitud por la forma en que Seungcheol siempre lograba hacer que las cosas parecieran más simples; era algo más profundo, algo que apenas estaba empezando a comprender.

¿Es esto lo que siente Soonyoung cuando está con Minghao? pensó, recordando cómo primo había compartido sus sentimientos sin miedo a mostrarse vulnerable.

.

Después de perder el juego en el que Jun terminó como el triunfador, todos se dirigieron al puesto de comida. Allí, Jeonghan probó algo que nunca antes había comido y, en un intento de disimular su disgusto, terminó haciendo una mueca involuntaria que provocó las risas de los demás.

Sin embargo, lo que realmente lo hizo reír fue la burla de Seungcheol, quien parecía disfrutar cada pequeña expresión que hacía.

¿Estará él también divirtiéndose tanto como yo?

Jeonghan se dio cuenta de que no podía dejar de mirarlo, de que sus pensamientos volvían siempre a la misma pregunta: ¿Qué significo para él?

La música subió de volumen, cambiando a un ritmo animado que atrajo a varios asistentes del festival a la pista de baile improvisada. Soonyoung, impulsado por el licor que Mingyu le había ofrecido, no tardó en arrastrar a Minghao a bailar.

Jeonghan los observó desde el borde de la pista, sus ojos reflejando una mezcla de envidia y anhelo. Quisiera ser tan relajado como ellos, pensó, suspirando mientras veía cómo Minghao correspondía con una sonrisa sincera a la invitación de Soonyoung.

—¿Te gustaría bailar? —la voz de Seungcheol lo tomó por sorpresa, interrumpiendo sus pensamientos.

Jeonghan lo miró, tratando de entender si hablaba en serio. Seungcheol sostenía su mirada, esperando una respuesta, y en ese momento, Jeonghan sintió que su corazón latía con una intensidad extraña, una mezcla de expectativa y temor.

—Yo... no sé si soy buen bailarín —dijo, en un intento de restarle importancia a la situación.

Sin embargo, Seungcheol simplemente le sonrió y alargó su mano.

—No tienes que serlo. Solo confía en mí —dijo, con un tono suave que hizo que Jeonghan sintiera un calor inexplicable en su pecho.

Con algo de timidez, aceptó la mano de Seungcheol, permitiendo que lo guiara hacia la pista de baile. La cercanía le hizo sentir una mezcla de nervios y emoción; no estaba acostumbrado a ese tipo de contacto, y mucho menos con alguien que lo hacía sentir tan vulnerable. Seungcheol mantuvo una mano en su cintura, guiándolo en el ritmo con firmeza pero con una suavidad que hacía que Jeonghan se sintiera a salvo.

¿Qué tienes, Jeonghan? Solo es un baile, se repetía internamente, intentando calmar la ola de emociones que lo invadía. Pero sus pensamientos no ayudaban, y menos cuando sentía el roce de la mano de Seungcheol en su cintura, tan cerca que podía percibir el ritmo de su respiración.

A medida que avanzaba la canción, Jeonghan se encontraba perdido en la cercanía, en los ojos de Seungcheol, en cada sonrisa que le dedicaba. Y, por un instante, se atrevió a mirarlo de la misma forma, permitiéndose disfrutar del momento sin preocuparse por las consecuencias.

.

Al escuchar que los fuegos artificiales empezarían pronto, todos se apuraron en encontrar un lugar apartado para verlos mejor. Seungcheol y Jeonghan encontraron un lugar donde el césped estaba bien y tomaron asiento en el lugar.

Cuando el primer estallido de luz iluminó el cielo, Jeonghan contuvo el aliento. La vista era simplemente espectacular, y la sensación de paz que le brindaba el momento lo hizo suspirar.

—Es hermoso... —dijo, sin darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

Seungcheol lo miró de reojo, sonriendo ante la inocencia en sus palabras. Él es el que realmente ilumina este momento, pensó Seungcheol, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado antes. Sin embargo, optó por no decir nada, dejando que el silencio entre ellos hablara por sí mismo.

Jeonghan sintió la mirada de Seungcheol sobre él y se volvió lentamente, captando esa expresión de ternura en su rostro. En ese momento, las palabras parecían innecesarias, y ambos se limitaron a compartir ese instante, como si el tiempo hubiera decidido detenerse para ellos.

El espectáculo de fuegos artificiales continuó, y Jeonghan, sintiéndose más cómodo y abierto, se atrevió a compartir algo de sí mismo.

—A veces siento que he vivido toda mi vida en una burbuja... en la ciudad. Pero aquí... —susurró, sin apartar la vista del cielo—. Aquí es diferente. Todo parece... más real.

Seungcheol lo escuchaba atentamente, comprendiendo el peso de sus palabras. Sabía que, a su manera, Jeonghan estaba revelando una parte importante de sí mismo.

—Eso es algo que me gusta de este lugar —respondió Seungcheol, eligiendo cuidadosamente cada palabra—. La vida aquí puede parecer sencilla, pero también tiene su belleza. La gente y los momentos que valoras hacen que cada día cuente.

Ambos compartieron una sonrisa, sintiendo que sus pensamientos estaban alineados en ese momento. Jeonghan sintió una calidez en su pecho, una sensación de pertenencia que no había experimentado antes, y supo que no quería que ese momento terminara.

.

Mientras Seungcheol lo acompañaba de regreso a su casa, el silencio entre ellos era cómodo, lleno de significados no dichos. Antes de despedirse, Seungcheol sacó una pequeña pulsera tejida de uno de sus bolsillos y se la tendió a Jeonghan.

—Vi esto y pensé en que te quedaría bien—dijo con voz suave, sin atreverse a mirarlo tan fijamente.

Jeonghan aceptó la pulsera, sintiendo que su corazón latía rápidamente. ¿Por qué esto significa tanto para mí? pensó, mientras intentaba ocultar el sonrojo en sus mejillas.

—Gracias... es muy bonita —murmuró, admirando el sencillo diseño, pero consciente de que ese gesto era mucho más que un simple regalo.

Seungcheol sonrió, quedándose en silencio por un momento como si quisiera decir algo más. Pero, en lugar de hablar, le dedicó una última mirada significativa antes de girarse y caminar hacia la noche, dejándolo solo con sus pensamientos.

Cuando Jeonghan entró en su habitación, observó la pulsera ya puesta en su muñeca y no pudo evitar sonreír, pensando en todo lo que había sucedido esa noche.

Verano en Jeonju || JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora