XI

12 4 0
                                    

El sol brillaba intensamente en el cielo azul, creando un ambiente cálido y acogedor. El canto de los pájaros llenaba el aire, y el aroma de la tierra fresca se mezclaba con el de las flores silvestres.

Era una mañana perfecta en Jeonju, pero Jeonghan no podía dejar de sentir un ligero nerviosismo en su estómago. Al mirar la pantalla de su teléfono, su corazón dio un salto al ver que era Seungcheol quien lo llamaba.

—¿Qué querrá? —se preguntó, sintiendo que la emoción y el miedo se entrelazaban en su pecho. Contestó rápidamente.

—¡Hola, Seungcheol! —dijo, tratando de sonar entusiasta.

—¡Forastero! —exclamó Seungcheol, su voz llena de energía—. ¿Te gustaría venir a ayudarme a cosechar hoy? Va a ser divertido, y necesitamos toda la ayuda que podamos obtener. Jun y Mingyu estarán allí también.

El corazón de Jeonghan se aceleró. La idea de pasar tiempo con Seungcheol lo emocionaba, pero también le daba un poco de miedo. Cosechar... pensó con desagrado.

—Eh, suena genial, pero... no estoy muy seguro de estar hecho para el trabajo en el campo. El barro, la tierra y, no hablemos de los animales...

Seungcheol soltó una risa en la otra línea.

—Vamos, no será tan malo. Solo es un poco de barro y algunas verduras. Te prometo que te divertirás —dijo, como si pudiera leer los pensamientos de Jeonghan—. Además, ¿qué tal si luego te invito a un helado?

El estómago de Jeonghan se retorció al pensar en un helado, y sintió que su resistencia comenzaba a debilitarse.

—Está bien, está bien. Iré. Pero necesito prepararme. No quiero volver a casa cubierto de barro.

—Perfecto, estaré esperándote.

Al finalizar la llamada, Jeonghan empezó a prepararse. Se colocó su sombrero de ala ancha, lentes de sol y aplicó una buena cantidad de protector solar. Esto no es una pasarela de moda, es el campo, se recordó a sí mismo mientras se miraba en el espejo. Pero aún así, estaba decidido a cuidar su piel.

Cuando llegó al campo, la escena era casi idílica. Seungcheol estaba allí, esperando con una gran sonrisa en su rostro, rodeado de hileras de arroz que se mecían suavemente con el viento.

—Creí haberte dicho que íbamos a cosechar, no salir a la ciudad —exclamó en un tono sarcástico, señalando la vestimenta de Jeonghan.

Jeonghan se sonrojó un poco, pero luego sonrió, sintiéndose un poco más seguro.

—Alguien tiene que mantener la clase aquí —respondió, tratando de sonar seguro. Sin embargo, su mirada se desvió hacia el terreno de cultivo. —¿Y esto es barro? —dijo con una expresión de desagrado.

—Sí, pero no te preocupes, solo hay un poco. ¡Vayamos!

Seungcheol le dio una palmadita en la espalda y lo guió hacia la parcela de arroz. Jeonghan se detuvo un momento para observar el paisaje y, aunque el barro no era su favorito, se sintió un poco más emocionado. Esto no se parece a Seúl en absoluto, pensó.

Cuando comenzaron a trabajar, Jeonghan miró a su alrededor y vio a Jun y Mingyu trabajando en otro lado.

—¿Por qué no hay más gente aquí? —preguntó, tratando de cambiar de tema.

—Es solo un día tranquilo. La mayoría de la gente ya ha cosechado lo que necesita —dijo Seungcheol mientras comenzaba a mostrarle cómo recoger el arroz—. Así que tenemos todo el tiempo del mundo.

—Y mucho barro —murmuró Jeonghan, mirando sus zapatos ya embarrados.

Después de unos minutos de intentos torpes de cosechar arroz, Jeonghan empezó a gritar cada vez que sus pies se hundían más en el barro.

Verano en Jeonju || JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora