VII

46 7 0
                                    

El día transcurría lentamente en la casa de la abuela, donde el silencio parecía hacerse más pesado con cada minuto que pasaba. Desde temprano, Jeonghan había revisado su teléfono varias veces, disimulando ante la mirada curiosa de su abuela, quien parecía haberse percatado de su impaciencia.

Finalmente, después de meditarlo bastante, se atrevió a enviar un mensaje simple, casi indiferente, tratando de ocultar el nerviosismo que sentía.

Jeonghan: "Hola, Seungcheol. ¿Cómo va tu día?"

Pasaron minutos, luego horas. Jeonghan intentó concentrarse en su música, tocando una melodía aquí y allá, pero su mente siempre volvía a su teléfono y la falta de respuesta.

 Empezaba a sentirse algo frustrado y, en su mente, le daba vueltas a la idea de que, quizás, Seungcheol realmente no estaba tan interesado en seguir en contacto. 

Sin embargo, la intriga que el chico del mercado había despertado en él seguía latente.

Con un suspiro resignado, envió otro mensaje en la tarde, de nuevo tratando de mantener un tono ligero.

Jeonghan: "Supongo que debes estar ocupado. Solo quería saludarte."

Fue entonces, ya cuando empezaba a caer la noche y la luz en la habitación se hacía más débil, que el teléfono de Jeonghan vibró con la notificación de un mensaje. Con el corazón latiéndole rápido, abrió la conversación.

Seungcheol: "¡Hey! Perdón por tardar en responder. Me tocó ir a las tierras y la señal allí a veces desaparece. Si quieres, en lugar de esperar tanto... podrías venir a mi casa y pasar el rato."

Jeonghan se quedó mirando el mensaje, tratando de interpretar cada palabra. La invitación parecía sincera, pero le sorprendía la facilidad con la que Seungcheol había hecho la propuesta, como si no fueran apenas conocidos.

 Después de una pausa, se armó de valor y respondió.

Jeonghan: "¿Estás seguro de que no molesto? Puedo ir, sí."

Seungcheol: "Claro, no voy a invitarte si no quiero, ¿o crees que soy tan amable?"

Jeonghan rió suavemente ante el tono sarcástico. La forma directa y despreocupada de Seungcheol le hacía sentir algo incómodo, pero en el buen sentido, como si estuviera desafiándolo a salir de su zona de confort.

 Así que, decidido, tomó su chaqueta, se despidió de su abuela y se dirigió hacia la casa de Seungcheol.

.

Cuando llegó, Seungcheol lo estaba esperando en la puerta de su casa con los brazos cruzados, y una expresión que mostraba tanto interés como diversión.

—Pensé que te habías perdido en el camino, ciudad. ¿Necesitas un gps o algo? —le dijo, con una sonrisa burlona.

—Muy gracioso, pero no. —Jeonghan le devolvió la mirada, fingiendo seguridad mientras intentaba controlar la ligera incomodidad que sentía al estar cerca de él—. No es tan difícil llegar, solo es... bueno, un poco lejos.

—Oh, pobre chico de ciudad —Seungcheol se rió entre dientes, exagerando su tono para hacerlo sonar burlón—. Es parte de nuestro encanto rústico.

Jeonghan rodó los ojos, aunque en el fondo no pudo evitar encontrar cierto encanto en la actitud de Seungcheol. Lo seguía hasta el interior de la casa, donde Seungcheol lo invitó a sentarse. 

El lugar era acogedor, con muebles de madera oscura y algunas decoraciones sencillas. Jeonghan se acomodó en el sofá mientras observaba el espacio.

—¿Qué? ¿No es tan lujosa como una casa de Seúl? —preguntó Seungcheol, notando su mirada.

Verano en Jeonju || JeongCheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora