"¿Debería Quedarme?
¿Sería un Pecado sino puedo evitar enamorarme de tí?
Cómo un río fluye,
Con certeza hacía el mar,
Cariño, así vamos tú y yo,
Algunas cosas estaban destinadas a ocurrir.
Toma mi mano,
toma también mi vida entera,
porque no puedo e...
Joaquín se había tomado unos días libres en su trabajo de profesor de literatura, agradeció el no haberse tomado sus días de vacaciones anteriormente. Creyó que tendría la oportunidad de terminar en las mejores condiciones con Jerry, pensó que el chico volvería por sus cosas, pero 1 semana después de la ruptura, fué su hermana Hannah la que se encargó de llevarse todas las pertenencias del chico. No sé despidieron de la mala manera a pesar de que el castaño hizo sufrir a su hermano, los Tanner eran personas tan buenas, con unos hermosos corazones. No culpaba a Jerry de haber decidido ya no verlo, supuso que si para él era dolorosa la situación, para el rubio sería el doble, ya que el ojiazul realmente lo amaba.
No salió de su casa después de haber ido a la secundaria en la que trabajaba para avisar del retiro temporal por esos 45 días.
Así que ahora se encontraba en el medio de su sala, con un pote de helado, cuchareandolo de vez en cuándo mientras veía por cuarta vez me before you y llorando porque Will había decidido dejar de vivir porque ya no aguantaba su sufrimiento dejando sola a Louisa, él se había enamorado de Will Traynor y sufría de la misma manera que lo hacía la chica.
La película ya había llegado a su fin y él estaba sollozando terriblemente cuándo el timbre de su casa resonó de esas cuatro paredes. Confundido restregó sus ojos y se fijó en la hora, éstas daban las 20:00 de la noche. ¿Quién vendría a verlo a la mitad de semana? "Tal vez sea Ely." Pensó, así que levantándose de su cómodo hogar, arrastró sus pies hasta la entrada.
Hubiera deseado que fuese la ojinegra, quién estaba de pié al otro lado cuándo se encargó de abrir la puerta, así la vergüenza por su apariencia no le hubiese golpeado con ese impacto cómo lo hizo.
Emilio se encontraba allí. Frente a él y se veía tan lindo con ese básico y casual outfit, unos jeans ajustados, sudadera roja con capucha, y tenis del mismo color.
Simple But effective.
- Hey, tú. ¿Listo para nuestra noche de películas acompañadas de palomitas? - dijo el chico sonriendo antes de que él pudiera siquiera hablar.
Joaquín aún estaba aturdido, ¿Qué es lo que estaba haciendo Emilio allí? ¿Y auto-invitándose a su casa? No es que le molestara la idea es sólo que... - ¿Qué?
- Eso, Joaco. Hoy es miércoles de películas ¿No recuerdas? - sí, lo recordaba bien, hace años, era una tradición que cada miércoles se juntaran en casa de sus padres ó en casa de los de Osorio, lo habían pactado una noche en que el rizado se había quedado a dormir a su casa.
Pero ésto había sido antes de lo que pasó entre ellos y luego de que Emilio se marchara. Aunque él no había roto aquel pacto, seguía viendo películas cada miércoles, sólo que lo hacía sólo.
- Y-yo... Uh.. si, claro. - rascó su nuca. - puedes pasar. - agregó para posteriormente correrse a un lado dándole el pase al oji-café.
Los ojos cafés osbervaron cada detalle de su hogar mientras Joaquín lo guiaba hasta la sala. - uhm... Perdón el desorden, no creí que tendría visitas. - se disculpó una vez que terminó de quitar las cosas que estaban sobre el sofá para que Emilio pudiera sentarse.
El chico negó sin borrar la radiante sonrisa. - no hay problema, además, ésto no se compara nada al desastre que hay en mí casa.
- ¿Ya te instalaste en un hogar fijo? - cuestionó aún de pié.
- Así es, me he mudado cerca de aquí, había una linda casa, pequeña y acogedora. Me encanta, es perfecta para mí. - contó.
Las cejas del castaño se levantaron en asombro. - ¿Cerca de aquí? - el rizado asintió. - define cerca.
- Bueno, 4 casas de la tuya. Es la que estaba en venta llegando a la esquina.
- ¿La de la señora Smith?
- Así es. - respondió. - uh.. traje películas para ver aquí - Joaquín recién pudo darse cuenta de que el chico traía una mochila consigo. - ¿Tienes Blu-ray? Oh, y por cierto. Hola, Joaco. - se levantó de su lugar y besó la mejilla ahora sonrojada del castaño.
- Si, si claro. - señaló apartando la vista de su visita para no ruborizarse más de lo que estaba. - uhm.. hola para tí también, Emilio. - tosió un poco. - me iré a dar una ducha y vuelvo, tardaré sólo unos-
- 10 ó 15 minutos, si lo sé. - terminó la frase por él. ¿Cómo recordó eso? Se preguntó internamente.
- Exacto, bueno.. tú espera aquí.
- Bien.
Se quedaron mirando por un rato más antes de que el castaño huyera discretamente escaleras arriba.
Una vez que cerró la puerta detrás suyo, se apoyó en ésta y puso su mano sobre su pecho, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. - oh, mierda. ¿Porqué tuvo que venir en éste momento? ¿Porqué no me vestí aunque sea? - dijo al bajar la mirada y observar su arrugado pijama seguido de sus pantuflas. - ay dios, soy un asco.
Entró al baño de su cuarto, abrió la ducha y se despojó de sus prendas, al verificar que el agua estaba en su temperatura ideal, se metió bajo la lluvia artificial.
15 minutos después ya se había duchado y recortado su crecida barba dejándola más presentable, se decidió por una simole camiseta holgada negra, unos joggins de color verde y sus puma blancas. Se dió un último vistazo en el espejo acomodando su cabello para después regañarse a sí mismo por estar pensando en verse bien sólo por el rizado. Negó y salió de la habitación para dirigirse escaleras abajo a la sala.
Una vez allí, su ceño se frunció cuándo no encontró al rizado en el sofá, pero sus dudas se esfumaron cuándo sintió el delicioso aroma de las palomitas recién hechas. Dirigió sus pies en dirección a la cocina y allí estaba Emilio de espalda buscando, lo que supuso, algún bowl para vertir las mismas en él.
- Debes abrir la tercera a la derecha. - vió cómo el oji-café pegó un saltito por la sorpresa.
Éste se giró y le regaló una sonrisa. - no te escuché entrar. - dijo. - gracias por avisarme, uhm... Perdón que use tu cocina sin avisar, pero creí que podía ahorrarte el hacer las palomitas, además me comencé a aburrir en cuánto desapareciste por las escaleras. - rió.
- Descuida, Emilio. No hay problema, gracias. - sonrió. - ¿Les pusiste miel?
- Uh no... No la encontré.
- Bien, yo me encargo. - dijo caminando hacía dónde el chico estaba para buscar la miel en la alacena.
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