CAPÍTULO 7 🚫

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"Por tus acciones te vuelves predecible y fácil, porque eres su presa y con solo mantener una mirada fija por unos segundos, rápidamente se da cuenta que eres suyo y que le perteneces. No debes ofrecer resistencia, caerás en desventaja y te convertirás en blanco fácil para un buen castigo, del que te puedas arrepentir"

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Escuchaba el sonido de su cinturón y comprendía que se quitaba los pantalones, su alma estaba más que pérdida, no sentía nada en sus piernas debido a que continuaban abiertas, todo en él se estaba desmoronando en instantes y ya le dolía todo el cuerpo, solo esperaba lo peor.

—¿Sabes algo pequeño? Todo este tiempo te había estado esperando —ese sucio hombre olía su cuerpo, sentía su olfato en la parte del cuello.

Nunca dejó de olfatear como si fuera una presa y él, el cazador. Mordía sin delicadeza, ya no lloraba, se había quedado seco y sin nada de agua en sus ojos, solo la venda húmeda.

—Ahora sí —Abría más sus piernas y las llevó a sus hombros, sus gruesas manos bajaban a su miembro que aún tenía ese leve dolor y las apretaba casi con intensión de amasar su pene y estrujarlo en sus manos.

Ya no hablaba, se decía que mintiera gustarle lo que hacía pero ya ni habla podía tener, ni quejidos, ni una sola nota podía salir de su boca. Estaba atado a aquella cama a solo segundos de que su vida, sus sueños todo de él se fuera al infierno.

Y sucedió.

Sintió parte de su cuerpo alinearse en su entrada, entendía que lo hacía para satisfacerse a sí mismo, dolía solo tenerlo cerca pero aún continuaba en silencio solo con susurro que salía de su boca pidiendo que lo pensara mejor y que lo dejara ir. Pero en ningún momento cedió. Su corazón palpitaba más rápido al comienzo de un grito estruendoso.

—¡MALDITO ERES DESDE EL DÍA EN QUE TE CONOCÍ HIJO DE PUTA!

—¡Mgh! —Su cuerpo había sido partido en dos al sentirlo entrar sin lentitud, sin cuidado. Había gritado que al terminar su voz cambió, grito tanto que sus cuerdas vocales se dañaron, unos gritos desgarradores que dejaban seca su garganta.

Apretó con fuerza las acuerdas elevando su cuerpo hasta donde no podía, sentía un líquido salir y sabía que no era semen, era sangre, le había lastimado, le había dado lo que jamás penso que le harían algún día.

—HongJoong, sin duda con los años te vas haciendo mejor —ese cerdo se complacía con su dolor, estaba llorando, lloraba como un niño pequeño al que su madre le había pegado, lloraba como si algo muriera dentro de él, todo el cuarto estaba lleno de llanto.

Sus gruesas manos amasaron su trasero y empezaba a moverse con brusquedad, su cuerpo chocaba con el suyo de una manera dolorosa e hiriente, ese poder, esa fuerza le estaba asesinando. Ya no tenía control de su vida, todo se estaba quebrando y cada segundo aquel miembro entraba con más vigorosidad, destruía sus paredes y las separaba logrando que sus piernas cayeran por los hombros ajenos y este con sus manos las volvía a colocar.

—No, no, no —se había detenido, por fin— No puedo correrme en tu cuerpo si estás chillando como niña llorona, tu necesitas un castigo —lo sentí salir y un gemido de dolor volvió a salir de su boca y según lo que escuchaba no era nada bueno lo que venía.

—HongJoong debes aprender a obedecer y a solo gemir de placer —habia un sonido, ese sonido extraño que hizo al golpear alguna superficie, entendió que se trataba de un látigo.

—No, no por favor. Yo voy a gemir de placer y me va a gustar, por favor —su voz era nerviosa, que a pesar de no poder hablar con claridad debido a los latidos de su corazón y la falta de aire aún podía articular frases.

—Ya te había dicho antes, HongJoong—se escuchó como azotó alguna parte.

—No, por favor, me dolerá —Sus súplicas jamás fueron oídas y sentío el primer latigazo— ¡AAHHH! ¡NO POR FAVOR! ¡NO! —llevaba contados once latigazos en menos de cinco segundos, todo había ido a su abdomen.

—Los... Niños... Malos... Son... Castigados... —daba más latigazos en sus piernas mientras él gritaba y gritaba fuertemente porque el dolor era insoportable y horrible, no deseaba eso a nadie en este mundo.

—¡NO! ¡BASTA! ¡ME DUELE! ¡NO! ¡POR FAVOR ME LASTIMA!

Se retorcía de manera torturante para sus muñecas que de ellas empezaba a caer sangre, la fricción de las cuerdas hacían que ardiera como el infierno sin decir lo que pasaba en mi parte baja.

Lograba sentir cada vena de ese miembro abrir sus paredes con brusquedad, entraba y salía con fuerza, no tenía ningún problema en hacerle sangrar y rayar sus paredes como todo un sádico sin conciencia sobre el daño que causaba.

Pedía en sollozos que terminara y que lo dejara de hacer daño, ya sus manos estaban cansadas y dolían muchos sus brazos. Ya su cuerpo chocaba con el suya de manera increíblemente tormentoso, su cabeza casi daba con el respaldo de la cama, sus labios estaban resecos, sus manos atadas solo caían y ya no se sostenía dejando que líneas de sangre bajaran por sus brazos.

Fue más doloroso cuando sintió como llenaba su cuerpo de su asqueroso semen y de cómo respiraba en su cuello diciendo con su voz intimidante "Delicioso" como si fuera una especie de comida que saciaba su apetito, claramente fue su presa, una débil presa que fue devorada.

—Bueno querido, ya hemos terminado —un quejido salió de la boca del menor al sentirlo salir porque su cuerpo se contrajo y la salida fue mucho peor que la entrada.

Su cuerpo ardía como fuego, las marcas que había hecho estaban vivas aún en su piel y tenía que contener el llanto para que no escuchara que se estaba muriendo poco a poco. Todo se iba tornando más difícil si quería seguir con vida. Estaba llamando la muerte a cada segundo.

Nunca le habían tratado como basura y esta vez se sintió como iba siendo desechado y volviéndome algo sucio, impuro ante todos, solo deseaba estar con su madre y dejarse cargar en sus brazos pidiendo su apoyo y ayuda.

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"Ni siquiera pude defenderme, rogué porque un héroe como el de los mangas o las películas llegara a mí, pero no hubo nadie, eso le pasa a los que sufren una horrible violación"

Sombras • MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora