CAPÍTULO 9

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Las torturas hacia el menor iban más allá de solo quitarle la respiración, su cuerpo se estaba poniendo helado y no era porque estaba desnudo, una fuerza poderosa llegaba a acariciar su cuerpo, como un fantasma que quisiera devorar su alma y extraerla a cada segundo.

La mujer que por un momento deseaba irse del lugar, sintió algo en sus entrañas y avisó antes a Mingi, algo no andaba bien con las estrellas en el cielo. Por un momento la luna fue ocultada y todo se detuvo, cero viento, nada de frío.

De pronto....

HongJoong sintió su vida de vuelta y a pesar de toser y toser le alegraba poder respirar, estaba siendo dificultoso pero ya no sentía esas garras apretar su garganta.

Lloraba en su puesto en posición fetal por la vergüenza que tenía una vez más estar desnudo, no podía creer que en menos de dos días ya lo habían humillado tanto. La señora vio a Song con un ceño fruncido y decidió tomar el abrigo anteriormente arrojado, y lo llevó hacia el menor.

—Cubrete —dijo seca y con tono de voz molesto.

El menor se logró poner de pié y miró a su segundo mal, al hombre de la maldad que quizás no lo había violado, pero sus miradas transmitían ese profundo odio.

—No me das lástima —habló el alto— no eres él, pero te pareces a ese Maldita lacra que llegó a este lugar, tuviste suerte HongJoong.

No entendía nada de lo que decían de él, lo comparaban con alguien a quien no conocía y al parecer estaba sufriendo por ese personaje de quién no tenía idea pero deseaba saberlo y preguntar porque tanta tortura a su persona, que solo era un joven adolescente que quería de su vida una mejor pero ahora, en ese instante, ni siquiera sabía que estaba queriendo.

—Es mejor que entres a la casa —se daba la vuelta Mingi hablando al darle la espalda— hazlo porque si no logré matarte yo, ni él. Lo hará otra persona.

El miedo aún estaba en su sangre, no iba a quedarse en una noche oscura en donde no podía ni mirar tu cuerpo, las únicas luces eran las de la mansión que solo iluminaban al rededor.

Habían pasado dos horas desde lo que sufrió, estaba por amanecer y seguía sollozando en la habitación en donde cada minuto se escuchaban susurros que lo incitaban a suicidarse. En ese instante llegó la misma mujer y traía consigo una caja de madera, estaba nervioso por lo que le haría que corrió a una esquina.

—No debes tener miedo de mi, —sacaba varios frascos con etiquetas— Mingi es muy temperamental.

—Q-quieren m-matarme —dijo nervioso.

—Lo que sucede es de hace mucho HongJoong —ya tenía todo sobre el buró de la cama— ven y acuéstate te ayudaré en algo.

Le tuvo confianza a la dama de ojos azules y sonrisa encantadora, se acostó sobre la cama y esta le dijo que boca abajo, de inmediato sintió un líquido correr por su trasero.

—Descuida, es solo un remedio casero que hará que ya no duela más —pasaba aquella sustancia por todo el trasero del menor— Parece que San no tuvo control esta vez.

Maldecía estar en esa situación, no le gustaba la idea de dejar que una mujer viera su anatomía y menos ese lugar que estaba viendo fijamente para dar un detalle de lo mal que estaba.

—¿Asi se llama? —al escuchar ese nombre lo grabó de inmediato en su cabeza.

—Te contaré la historia solo si prometes hacer todo lo que pida Song de ahora en adelante —el menor como pudo se volteó un tanto confundido.

—¿Qué gano con todo esto? —cuestionó a la fémina.

—Te aseguro que con la verdad en tu mente, todas tus dudas serán más claras —el castaño asintió y dejó que la dama continuara a la vez que ella misma seguía pasando un trapo húmedo por su trasero.

Sombras • MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora