CAPÍTULO 2

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Una mañana nublada y de mucho viento, decía presente. Todos en el hogar decidieron cerrar cada una de las ventanas ya que la ventosidad entraba sin respeto dentro de la casa.

Se habían preparado para el primer día de clases en donde: HongJoong y su madre, serían los nuevos maestros del centro de enseñanza.

Kim-Jinhwan era el único de la familia que no trabajaba, desgracia por ser el mayor y no contribuir al ingreso familiar. Pero no importaba mucho prestar atención a alguien que solo duraba horas en un puesto de trabajo y al día siguiente era despedido. Kim-Jihwan quedó solo en casa.




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Llegaron al edificio de tres pisos, color azul marino, pero un color muy imperceptible, las ramas y las enredaderas que se abrazaban a las paredes y columnas, pintaban un color característico, verdoso.

—¿Segura que es una escuela para niños? —Preguntó Hongjoong a su madre al observar la estructura del edificio a punto de entrar.

—Si, estoy muy segura —Asintió la bella dama y se adentraron para conocer el ambiente del sombrío lugar.

Es muy común que en una escuela se escuchen las risas de los pequeños niños que iban entre 6 a 14 años pero había un rotundo silencio que parecía un sitio vacío y sin presencia humana.

Luego de observar cada pasillo, caminando en busca de la dirección, llegaban por las aulas y veían a los pequeños vestidos con uniformes, con los colores característicos de la institución, azul y negro.

Veían como los niños prestaban atención a su maestro, estaban tan sometidos en la lectura de sus lecciones, que en ningún momento se distrajeron, incluso al saber de su presencia cerca de la puerta del salón.

El maestro que impartía la clase les mostró a donde tenían que dirigirse, siguiendo la dirección dada, llegaron con más rapidez a la oficina del, hasta ahora desconocido, director.

—¡Pasen adelante! —Los esperaba un joven hombre de aparentemente 36 años o quizás más.

—Buenos días director, soy Ji Eun y el es mi hijo Kim Hongjoong, venimos por las vacantes —Ambos hicieron una reverencia.

—Sabía que tarde o temprano vendría alguien —Se volteó de su silla para ver a las dos personas que estaban aún de pié frente a él— ¿Su hijo no es aún menor? Tiene cara de ser un pequeño niño —Lo observó de pies a cabeza, cosa que hizo sentir incómodo al mencionado.

—Él es un genio —Replicó la dama— tiene una capacidad mental superior a los demás jóvenes de su edad, mi hijo ya se casi se gradua de la Universidad —sonreía a la vez que le regalaba una sonrisa a su bello hijo.

—Me parece bien, cada día que me pregunten sobre mis mejores maestros tendré en cuenta las habilidades del joven Hongjoong —Su mirada iba hacia el novicio. —Se levantó de su asiento y caminó hacia ellos. — Ustedes se presentaron y yo no lo hice es muy descortés de mi parte —Rió entre dientes. —Mi nombre es Seonghwa, es un gusto tener a tan valiosas personas. —Segundos después estrecharon los tres sus manos para hacer de la presentación un poco más formal. —Verán que después de conocernos no querrán salir de la ciudad nunca más.

Las horas transcurrieron normalmente, a cada quien se le asignó un salón y Hongjoong por ser novato aún, se le había dado el salón de segundo grado sección A.

La clase de la mañana había sido extraña, los niños se mantenían en silencio y muy atentos a lo que salía de su boca, todo maestro deseaba ese comportamiento de parte de niños entre 6 a 8 años, pero para ser realistas parecía dar clases a robots que a personas.

Llegó la hora de recreo y todos los niños salieron al pateo a jugar, después de todo solo eran unos infantes, cada quien con un objeto para divertirse. Hognjoong vio la oportunidad de convivir con ellos y establecer una relación más estrecha con sus alumnos.

—Hola, ¿Que hacen? —Se acercó a ellos hablando con un tono de voz amigable. —¿Puedo jugar con ustedes? —Los niños asintieron con una sonrisa y lo invitaron a formar parte de su juego.

—Canta, le gusta que cantes —Dijo una de las niñas.

—¿Eh? —No comprendió lo que había escuchado.

—Canta con nosotros maestro Kim. —Todos los niños se tomaron de las manos he hicieron un círculo a la misma vez que invitaban a Hongjoong para cerrarlo.

"Campanitas de oro déjame pasar, con todos mis hijos incluso el atrás, pasa por el bosque que ahí he de estar, sin más espera llévame al lugar."

Escuchó con atención aquella canción y de inmediato el viento, que no había parado desde la mañana, se detuvo, fue en donde soltó sus manos.

—¿Ya no quiere jugar? —Un pequeño niño le tocó la mano para que volviera al círculo. —Negó con su cabeza y mejor decidió ir a sentarse a una de las bancas que estaban cerca de los pequeños niños.

La canción popular y la forma de cantarla le causaron de nuevo esos escalofríos extraños, pero todo lo confundió aún más al escuchar de parte de un chico casi de su edad cantar otra canción, pero a diferencia de que este parecía tener problema mental y entonaba con una voz temblorosa.

"Pin pon es un muñeco, muy guapo y de cartón, se lava la carita con agua y con jabón.

No se mete en problemas y no debe ni mentir, y aunque le dan tirones no debe decir ¡Ay!.

Pin Pon toma su sopa y no ensucia el delantal, pues hace todo con cuidado como un buen colegial.

Apenas las estrellas comienzan a salir, Pin Pon se va a su cama y se acuesta a dormir.

Y aunque haga mucho ruido al darte por detrás, Pin Pon debe hacer caso o no vuelve a despertar."

—¿Cómo te llamas? —Interrogó el chico extraño a Hongjoong.

—Me llamo Kim, Kim Hongjoong, ese es mi nombre. —Respondió casi con un nerviosismo. — y... ¿tu?

—Hongjoong —Se volteó y ambos quedaron frente a frente. El rubio no entendió y quizás solo fue una equivocación e intentó reír.

—No, creo que lo dije mal, ¿Cuál es tu nombre? —Ahora el joven maestro preguntó.

—No hace falta saberlo, no respeta, no importa, solo quería saber el tuyo porque quiero saber el nombre del próximo. —Se marchó lentamente dejando una frase escalofriante. —está en todas partes, en cada esquina, en cada cuarto de las habitaciones, él está aquí ahora, ¿lo sabes? ¿lo sientes?. Ten cuidado por dónde caminas.

Después de ese incómodo momento y al recordar cada palabra, se sintió diferente y con ganas de querer vomitar ya que sentía una irregularidad en su estómago. Se dirigió al baño de hombres, sobaba la parte de su estómago y antes de abrir escuchó lo que parecía un profesor con un alumno.

—No va a doler pequeño —Parecía que intentaba convencer.

—Ayer dolió, me duele todavía. —La voz del pequeño se escuchaba temerosa.

Solo espera, si hoy duele... ni mañana, ni pasado dolerá más. Solo deja ver pequeño.

"Nunca me dije a mi mismo que era un idiota por no haber salido antes cuando podía. Pero me di cuenta que estaba atado a algo que jamás me dejaría solo, ¿Para que huir? Te sigue a todas partes."








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Sombras • MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora