CAPÍTULO 14

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El día de hizo presente, HongJoong aún dormía y Mingi leía un libro, cómodamente sobre el respaldo de la cama, tal y cómo lo prometió se mantuvo en vela. Escuchaba como el menor seguía sollozando, se cubría con las sábanas, se hacía una pequeña bola humana que tenía miedo de que la descubrieran.

El alto sabía que su trabajo era cuidar de HongJoong, vigilar que las pesadillas no vinieran a su ahora protegido, quizás hacia poco porque no sabía cómo hacer para ayudar con respecto al estado emocional en el que se encontraba el castaño.

El pelinegro solamente siguió leyendo y espero a que despertara y haría de ese día uno en el que esa alma descansara, no comprendía el punto de hacer el bien con el niño aún extraño para él, solamente tenía ese impulso que lo obligaba a ayudar.

—¿No dormiste nada? —calmando sus sollozos el menor había despertado.

—La lectura estaba muy entretenida, fue difícil no seguir con los capítulos —mintió.

—¿Qué pasará conmigo? —se dió la vuelta para observar al recostado Mingi.

—¿A qué te refieres? —frunció el ceño muy confundido.

—Al que deberían matar es a mi cuerpo, porque mi alma ya se murió —cerró sus ojos y los tuvo de esa manera por varios segundos hasta que los volvió a abrir. Luego se levantó y fue al baño.

Habían pasado los minutos y Song estaba curioso por lo que estaría pasando ahí adentro con un chico muy deprimido, lo único que pasaba por su mente era el suicidio. Entonces se levantó con rapidez y tocó varias veces la puerta.

—¡Hong! ¡abre ahora mismo! —se escuchaban sus grandes manos golpear la puerta constantemente— ¡abre!

—¡Que solo estoy orinando! —abrió la puerta molesto— después de que tu hermano me lastimara de la peor manera, me duele hasta orinar.

—Pensé que quizás... Olvídalo —se apartó de él y al hacerlo vio como este se tambaleó como mareado y antes de que tocara el suelo lo sostuvo en sus brazos— Los humanos comen para estar bien de salud. Iré a ver qué tienen para ti mientras tanto date un baño y vístete con lo que sea que te quede.

Después de dejarlo solo, salió por la puerta, cerrando y quedándose junto a esta, pensaba en los últimos momentos y se daba cuenta que algo extraño sucedía consigo mismo y no sabía si era malo o bueno.

Había dado una orden muy importante a varios de sus hombres, le había pedido a su mano derecha que preparara el mejor banquete para el menor de la casa. Todo se hacía para un solo bienestar, solamente para el de HongJoong.

Todos hacían lo que su amo ordenaba, el castaño no se daba cuenta lo que hacían por él, solo estaba en aquella bañera, frotando su cuerpo con una esponja, viendo las horribles marcas de su violación y las nuevas que apenas había sufrido la noche pasada. Sin dudas, aunque lavaba su cuerpo, se sentía sucio, asqueado, una basura por como lo tomaron aquellos dos hombres. Aún no comprendía su pasado con ellos por lo tanto no era justo que lo hicieran sufrir de esa manera.

Llegaban los recuerdos y visualizaba a su madre que venía a consolarlo, a Jinhwan que lo miraba en el marco de la puerta, los tres como una familia pero después, todo se iba y se daba cuenta que estaba solo.

—Ya estoy aquí —dijo el bajo al llegar al comedor con la ropa puesta que habían escogido para él.

—¡Ven! —habló muy alegre la amable señora— no has comido, debes alimentarte, tu piel se ve muy pálida y es falta de vitaminas y proteínas.

Lo sentaron en el comedor y vio toda la comida deliciosa que se encontraba en toda la mesa, desde pan, leche, huevos, cereal y comida tradicional coreana, ese arroz frito con verduras, sopa caliente con sabor a res que le gustaba tanto, dejó todo al diablo y empezó a comer sin que hubiera un mañana, tomaba en sus manos la comida y se olvidaba de los modales, llenaba su boca de los exquisitos alimentos hasta saciar por completo su hambre dejando estáticos a los demás que estaban presentes.

Sombras • MinjoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora