Soy Ranpo Edogawa, ¡el mejor detective del mundo!
Gracias a mis cualidades, hoy aprenderás conmigo a quitarle esa "timidez" a tu novio.
Spoiler: sale mal.
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☆La historia es de mi total propiedad. N...
Una idea rondaba mi cabeza desde la noche anterior: llevar a Poe a una cita. No es que no hubiésemos salido juntos antes, pero las citas en grupo no eran lo mismo. La privacidad se perdía entre risas y conversaciones ajenas, y la oportunidad de un momento íntimo con Poe se diluía. Decidí que era hora de cambiar eso.
—Vamos, Poe, solo una pequeña cita— le dije, intentando convencerlo. Ya llevaba media hora intentando sacarle un sí, pero se resistía. ¿Era alérgico al sol?
—Ranpo, no hace buen tiempo para una cita— murmuró, con la voz apenas audible.
—¿Qué? ¡Pero si está soleado!—exclamé, mirándolo con una ceja alzada. No entendía su resistencia. Solo era una cita, no un viaje al otro lado del mundo.
—Pero... está bien, vayamos a la cita...— suspiró finalmente, cediendo ante mi insistencia.
Un sentimiento de victoria recorrió mi cuerpo. ¡Lo había conseguido!
—¡Yupi! ¡Entonces guardaré los dulces!— dije, dirigiéndome a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja.
Sin embargo, la voz de Poe me detuvo en seco.
—¿Dulces?—preguntó, mirándome con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—ya sabes, para la cita— respondí, con la mano en el pomo de la puerta.
Poe me miró en silencio durante unos segundos, sus ojos con una intensidad que me dejó sin aliento.
—Ranpo Edogawa— dijo finalmente —,eres un caso sin remedio.
Sonreí victorioso y entré a la cocina. Busqué los dulces en las alacenas y los elegí cuidadosamente.
—También deberías llevar comida aparte de los dulces—su voz a mis espaldas me sobresaltó.
—Tú lleva la comida, yo llevo el postre.
—Bien...
Luego de guardar todo lo necesario, un amiguito peludito se subió a los hombros de Poe, dispuesto a acompañarnos. Salimos de la casa, guardando las cosas en el auto de Poe. Subimos y emprendimos camino.
A mi lado, Poe conducía en silencio, con una leve sonrisa en sus labios. Un cosquilleo de emoción recorrió mi cuerpo. Esta cita sería diferente. Esta vez, tendríamos la oportunidad de conectar a un nivel más profundo, sin distracciones, solo él y yo.
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—¡Vaya, este campo está desierto!— dije mientras corría por la verde extensión.
—Tal vez sea por el horrible clima— murmuró Poe, intentando no ser escuchado.
—¡Pero si está soleado!
—Lo que tú digas—replicó mientras acomodaba una manta sobre la hierba. Yo solo me encargué de sacar la comida. Cuando todo estuvo listo, nos sentamos.
