5| Entren a la piscina sin morir

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El sol caía a plomo sobre la ciudad, convirtiéndola en un horno sofocante. Poe y yo nos encontrábamos en nuestro refugio particular, una acogedora casa con una piscina que prometía ser un oasis en medio del calor abrasador. Ambos nos encontrábamos tumbados en el sofá, buscando un poco de aire fresco con la ayuda de un pequeño ventilador. Karl, disfrutaba de su propio trono, un pequeño sofá individual que nadie más osaba profanar.

—Poe, esto es insoportable— Me quejé, sintiendo como el sudor se deslizaba por mi piel. Vestía una simple camiseta de manga corta y unos shorts, pero la temperatura parecía desafiar cualquier prenda.

Poe, con la misma vestimenta que la mía, se limitó a responder:

—Tal vez deberías tomar una ducha, Ranpo.

La idea no me terminó de convenció.

—¡No! ¡Mejor vamos a la piscina!— exclamé con un entusiasmo infantil.

Poe no se opuso. Se levantó del sofá con parsimonia y se dirigió hacia la piscina, seguido por mí, que corría como un niño desatado. Al llegar, Me quité la camiseta sin miramientos y me lancé al agua con un chapoteo épico. La fría temperatura me hizo salir de inmediato, aunque con una sonrisa de satisfacción.

—Al menos me refresqué un poco—dije mientras me sentaba en el borde de la piscina y sumergía mis pies en el agua.

Poe se sentó a mi lado, imitando el gesto.

—El agua está fría, incluso con este calor— comentó mientras movía los pies, creando pequeñas olas que se reflejaban en la superficie.

—Es verdad, pensé que estaría congelada— respondí con una sonrisa traviesa.

Observé a Poe, que también se había quitado la camiseta, dejando al descubierto su torso pálido.

—Ya podemos meternos—dijo Poe, rompiendo el silencio. Se levantó y se sumergió lentamente en la piscina, adaptándose poco a poco al frío del agua.

Yo, aún indeciso, me quedé en la orilla.

—No sé, Poe, está muy fría. . .

Poe se acercó a mí y me miró con una mezcla de ternura y determinación.

—No te preocupes, no te va a pasar nada— dijo mientras tomaba mis manos con suavidad.

No pude evitar sonrojarme ante el contacto.

—Edgar Allan Poe, si te atreves a tirarme al agua, voy a. . .—No pude terminar la frase, ya que Poe me había jalado con fuerza, provocando que ambos cayeramos al agua.

Solté un grito ahogado al sentir el frío penetrar en mi cuerpo, pero rápidamente me repuse y empecé a chapotear con energía. Poe, por su parte, me observaba con una sonrisa divertida.

—¡Casi me matas, Poe!— fingí estar enfadado, pero en el fondo disfrutaba del juego.

—Perdón, Ranpo—Poe se disculpó con un tono compungido.

—Ya está, no seas aguafiestas— le quité importancia al asunto y me acercó a Poe —. Mejor juguemos a algo—propuse.

Poe asintió con entusiasmo. Sacamos un pequeño balón de la casa y nos pusimos a jugar dentro de la piscina. Las reglas eran simples: no dejar que el balón cayera al agua.

Durante un rato, la piscina se convirtió en un campo de batalla acuático. Poe y yo reíamos y nos mojabamos sin parar, disfrutando del juego y de la compañía del otro. En un momento dado, el balón golpeó accidentalmente mi cara, provocándome un bufido de dolor.

Poe, al verme, no pudo contener la risa.

—¡No te rías!—Le dijo con fingida severidad, pero al ver la sonrisa de Poe, no pude evitar unirme a la carcajada.

La tarde transcurrió entre juegos, risas y chapoteos. El calor sofocante del exterior se había olvidado por completo en la piscina, donde habíamos creado nuestro propio mundo de felicidad.

Al caer la noche, nos sentamos en el borde de la piscina, con las piernas sumergidas en el agua tibia y las estrellas como único testigo. Me se encontraba recostado sobre el hombro de Poe, disfrutando de la suave brisa que acariciaba nuestros rostros.

—Hoy ha sido un día perfecto—murmuré, con una sonrisa serena en mi rostro.

Poe me miró con ternura y respondió:

—Sí, ha sido un día perfecto.

☾ ☆

—¿Es necesario bañarse?— había preguntado con fingida inocencia mientras Poe me depositaba en la tina.

—Muy necesario— respondió él con una sonrisa divertida —. Cuando termines, vas a la habitación.

Y así, me encontré solo en el baño, con el agua tibia envolviendo mi cuerpo y mis pensamientos vagando libremente. La imagen de Poe, con su torso desnudo y su toalla blanca anudada a la cintura, se me grabó en la mente. Un ligero rubor coloreó mis mejillas al recordar la forma en que sus ojos se habían posado en mí cuando salí de la ducha, con el agua apenas cubriendo mi cuerpo.

Un cosquilleo de deseo recorrió mi cuerpo, pero lo apreté con fuerza. No era el momento ni el lugar para dejarse llevar por esos pensamientos.

Finalmente, cerré el grifo y me sequé con la toalla que Poe había dejado para mí. Me envolví en ella y salí del baño, sintiéndome renovado y fresco.

Poe ya me esperaba en la habitación, vestido con pijama y con una expresión de cansancio en su rostro.

—¡Ya terminé!— exclamé con alegría.

Él sonrió y se dirigió al baño, no sin antes lanzarme una mirada traviesa.

Me tumbé en la cama, esperando a que Poe regresara. Karl, nuestro hijo mapache, se acurrucó a mi lado, ronroneando suavemente. La suave luz de la lámpara de noche creaba un ambiente cálido y acogedor.

Unos minutos después, Poe entró en la habitación. Se sentó en la cama y me miró con una sonrisa.

Se metió en la cama junto a mí, deslizándose bajo las sábanas. El calor de su cuerpo me envolvió y me sentí completo.

Karl, como si sintiera la necesidad de unirse a nuestro pequeño nido, se acurrucó entre nosotros, ronroneando con satisfacción.

Apagué la lámpara de noche y cerré los ojos, dejando que la oscuridad me envolviera. La suave respiración de Poe y el ronroneo de Karl me arrullaban, como una dulce melodía que me invitaba a dormir.

Esa noche, en la calidez de nuestra cama, me sentí más cerca de Poe que nunca. Unidos por el amor, el deseo y la compañía de nuestro fiel mapache, formamos una pequeña familia en un mundo propio.

En mis sueños, volví a sentir el calor de su cuerpo, la suavidad de sus labios y la ternura de su mirada. Y desperté a la mañana siguiente, con el sol filtrándose por las ventanas y el aroma del café recién hecho flotando en el aire.

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Yanopuedomás.

Le agregaré un capítulo más, así que mejor me pongo a escribir.

¡Babau!

¡Babau!

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ʀᴀɴᴘᴏ ᴇᴅᴏɢᴀᴡᴀ- ᴄᴏᴍᴏ ǫᴜɪᴛᴀʀʟᴇ ʟᴏ ᴛɪ́ᴍɪᴅᴏ ᴀ ᴛᴜ ɴᴏᴠɪᴏ | ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora