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"La Tonta De Remate"
HeeSeung estaba seguro de que habría sido mejor dejar a EunJi en Berlín cuidando la casa, porque sólo daba problemas. De hecho, más de una vez había oído decir que EunJi había sido un Problema Desde el Primer Día.
EunJi era tres años mayor que HeeSeung y desde que él tenía uso de razón le había dejado muy claro que en lo relativo a los asuntos del mundo, sobre todo cualquier asunto del mundo que afectara a ambos, quien mandaba era ella.
A HeeSeung no le gustaba admitir que le tenía un poco de miedo, pero sinceramente (y él siempre procuraba ser sincero consigo mismo) debía aceptar que así era. EunJi tenía unas costumbres muy desagradables, como suele pasar con todas las hermanas. Para empezar, se entretenía demasiado en el cuarto de baño por las mañanas, sin importarle que HeeSeung estuviese esperando fuera dando saltitos.
Tenía una vasta colección de muñecas en los estantes que cubrían las paredes de su habitación, y cuando HeeSeung entraba allí las muñecas clavaban sus ojos en él y lo seguían con la mirada, observando todos sus movimientos. HeeSeung estaba convencido de que si entrara en la habitación de EunJi para explorar cuando ella no estuviese en casa, luego las muñecas se lo contarían todo.
Además, tenía unas amigas muy antipáticas que por lo visto pensaban que era muy divertido burlarse de él, pero él jamás habría permitido algo así si hubiera sido tres años mayor que su hermana. Daba la impresión de que a las amigas antipáticas de EunJi no había nada que les gustara más que torturarlo y decirle cosas desagradables cuando no estaban cerca Madre ni MiSuk.
- HeeSeung no tiene dieciséis años, sólo tiene trece - decía siempre uno de aquellos monstruos, con un sonsonete, bailando alrededor de él e hincándole un dedo en las costillas.
- Tengo dieciséis - protestaba él, intentando alejarse.
A veces deseaba saber defenderse mejor.
- Entonces ¿Por qué eres tan bajito? - Preguntaba el monstruo -. Todos los chicos de dieciséis años son más altos que tú. -
Aquello era cierto, y se trataba de una cuestión particularmente delicada para HeeSeung. El no ser tan alto como los demás niños de su clase era una fuente de constante amargura. De hecho, sólo les llegaba por los hombros. Cuando caminaba por la calle con Jungwon, Ni-Ki y Sunoo, a veces la gente lo tomaba por el hermano pequeño de uno de ellos, cuando en realidad era el primero en edad.
- Venga, di la verdad: sólo tienes trece años - insistía el monstruo.
HeeSeung se iba corriendo y hacía sus estiramientos y confiaba en que una mañana despertaría y habría crecido un palmo o dos. Así que una de las ventajas de no estar en Berlín era que ninguna de aquellas brujas aparecería para martirizarlo. Otra ventaja de verse obligado a permanecer en la casa nueva un tiempo, incluso un mes entero, era que quizá hubiera crecido cuando volvieran a su verdadera casa, y entonces ellas ya no podrían maltratarlo. Aquello era algo que debía recordar si quería seguir la sugerencia de Madre: poner al mal tiempo buena cara.
