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"Por Qué La Abuela Se Marchó Furiosa"

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"Por Qué La Abuela Se Marchó Furiosa"

Las dos personas de Berlín a quienes más añoraba HeeSeung eran los abuelos.

Vivían en un pisito cerca de los puestos de fruta y verdura, y en la época en que el muchacho se mudó a Auschwitz, el Abuelo tenía casi setenta y tres años, lo cual, según él, lo convertía en el hombre más anciano del mundo.

El Abuelo regentaba un restaurante en el centro de la ciudad, y uno de sus empleados era el padre de Sunoo, el amigo de HeeSeung, que trabajaba de cocinero.
Aunque el Abuelo ya no cocinaba ni servía mesas, se pasaba el día en el restaurante; por la tarde se sentaba a la barra y charlaba con los clientes, y por la noche cenaba allí y se quedaba hasta la hora de cerrar, riendo con sus amigos.

La Abuela parecía mucho más joven que las abuelas de los otros niños. De hecho, cuando HeeSeung se entero de la edad que tenía (sesenta y dos años) se llevó una
sorpresa. Ella había conocido al Abuelo cuando era joven, después de uno de sus conciertos, y éste la había convencido para que se casara con él, pese a todos sus
defectos.

La Abuela tenía el cabello largo y negro, asombrosamente parecido al de su nuera, y los ojos rasgados, y aseguraba que aquello se debía a que en su familia había sangre coreana.

HeeSeung siempre sabía cuándo una reunión familiar estaba a punto de
animarse: la Abuela se situaba cerca del piano hasta que alguien se sentaba en la banqueta y le pedía que cantara.

— Pero ¡qué dices! — Exclamaba ella, poniéndose una mano sobre el pecho como si la idea le cortara la respiración—. ¿Me estás pidiendo que cante una canción? Imposible, imposible. Me temo, joven, que mis días de cantante han pasado a la historia. —

— ¡Que cante, que cante! — La animaban los invitados, y tras una pausa apropiada, que a veces duraba hasta diez o doce segundos, la Abuela cedía y se volvía hacia el joven que se había sentado al piano mientras decía con desparpajo:

— La Vie en Rose, en mi bemol menor. Y no pierdas el compás en los cambios. —

En casa de HeeSeung, el momento culminante de las fiestas era cuando la Abuela cantaba, que por algún extraño motivo siempre coincidía con el momento en que Madre abandonaba el salón donde estaban los invitados y se iba a la cocina con alguna de sus amigas.

Padre siempre se quedaba a escuchar, y HeeSeung también porque nada le gustaba más que oír a la Abuela cantar a pleno pulmón y, al final, empaparse
de los aplausos de los invitados.

Además, La Vie en Rose era una canción que le producía escalofríos y le erizaba el vello de la nuca.

A la Abuela le gustaba pensar que HeeSeung o EunJi seguirían sus pasos y serían artistas, y en todas las Navidades y fiestas de cumpleaños montaba una pequeña obra de teatro que los tres interpretaban para Madre, Padre y el Abuelo.

𝐓𝐡𝐞 𝐁𝐨𝐲 𝐈𝐧 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐢𝐩𝐞𝐝 𝐏𝐚𝐣𝐚𝐦𝐚𝐬 ☁︎ 𝐇𝐞𝐞𝐉𝐚𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora