Reconciliación| Capítulo XXIII

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Una vez en el dormitorio, Lucía hizo que el hombre se sentara en su cama, le pidió que se quitara los zapatos y mientras él lo hacía, ella se dirigió al cuarto de baño, abrió el grifo de la bañera y dejó que el agua llenara el objeto. Fue por unas sales de baño relajantes, cogió también aceites que tuvieran aromas adecuados para la relajación, recordó que había comprado un jabón adecuado para masajes y se lo llevó todo dejando lo que utilizaría más tarde en el soporte que tenía la bañera.

La pelirroja volvió al dormitorio y allí estaba él, con las mangas de la camisa remangadas, los pantalones puestos y descalzo. Ella le dedicó una pequeña sonrisa y le dijo que la bañera estaba lista para que se metiera. Joaquín le dio las gracias y se dirigió al cuarto de baño, quitándose la ropa, dejando sólo su tradicional calzoncillo rojo. El hombre entró entonces en la bañera, el agua estaba tibia, las sales minerales flotaban y ya traían una tranquilidad al cuerpo masculino. Estiró las piernas y se permitió relajarse de verdad en aquel baño que la niñera le había preparado.

Lucía regresó al dormitorio con una botella de vino y una copa, colocó las dos piezas sobre la mesilla de noche y se dirigió al armario en busca de su bata, se despojó de toda la ropa que llevaba puesta, dejándose sólo el sujetador y las bragas y se envolvió en aquella pieza que había cogido hacía unos minutos. Ahora, con la botella y la copa en la mano, llegó al cuarto de baño, se apoyó en el portal de la gran puerta, el abogado que hasta entonces tenía los ojos cerrados, los abrió y se dirigió a la pequeña mujer que le observaba. Estaba hermosa, más hermosa que antes, la bata entreabierta y transparente, resaltaba el hermoso cuerpo que tenía, aún con todas las curvas que el embarazo le estaba trayendo, también mostraba que sólo llevaba puesto un conjunto de lencería, y eso lo fascinó.

 Estaba hermosa, más hermosa que antes, la bata entreabierta y transparente, resaltaba el hermoso cuerpo que tenía, aún con todas las curvas que el embarazo le estaba trayendo, también mostraba que sólo llevaba puesto un conjunto de lencería, y es...

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- ¿Podría acompañarle en su relajante baño, señor Galán? - Su voz salió en un tono azucarado.

- Sería muy poco caballeroso por mi parte negarme a su petición, señorita Cuervo... Por supuesto que puede acompañarme. - Contestó Joaquín con un tono muy seductor.

Los labios del hombre se curvaron en una sonrisa pícara al ver cómo la pelirroja se despojaba de su bata. Ella sirvió la copa que tenía en la mano y se lo entregó al hombre, dejó la botella alrededor de los demás objetos que había dejado en el soporte de la bañera y, con el apoyo que Joaquín le ofrecía, se unió a él en el relajante baño. Ella se sentó en el otro extremo del objeto, frente al rostro masculino, y los ojos de él recorrían toda la anatomía de ella, sin olvidar ningún lugar.

- Propongo que hoy olvidemos todos los acontecimientos de los últimos meses, y también a Valentina. ¿Qué te parece? - preguntó la mujer mirando fijamente al rostro masculino.

Lucía aún no sabía que la relación entre Joaquín y Valentina había terminado hacía poco más de un mes. Sólo que Joaquín quería mantener la farsa para ver hasta dónde era capaz de llegar Lucía para reconquistarlo.

- Acepto tu propuesta. ¿Y sabes qué? - La pelirroja negó con la cabeza, haciendo que Joaquín sonriera un poco. - Me gusta tu propuesta.

- Eso es muy bueno e importante, porque tengo planes maravillosos para los dos esta noche. - Una sonrisa seductora se dibujó en los labios de la mujer.

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