Tensión | Capitulo II

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Joaquín puso los ojos en blanco con impaciencia esperando que Lucía iniciara lo que tenía que decir, pero la mujer guardó silencio, parecía analizar cada detalle del rostro masculino y preparando las palabras adecuadas para empezar a hablar. La mujer con el pelo teñido de naranja dio un paso adelante quedando cara a cara con su jefe.

- ¡Lucia! ¿Vas a hablar o vas a seguir impidiendo que siga con el resto de mi velada? - preguntó Joaquín.

- No sé por dónde empezar... Pero puedo empezar diciéndote por qué tu hijo no duró ni dos semanas con las niñeras que contrataste. - La mujer dijo con calma.

- Ah, ¿lo has descubierto? Qué curioso... Hace tiempo que me pregunto e investigo por qué es así y hasta hoy no lo he descubierto. ¿ Y vos, en menos de veinticuatro horas has conseguido averiguar el por qué? - Joaquín fue irónico

- Que quede muy claro que no me gustan los ironismos, señor Joaquín. - Lucía le miró seriamente. - La razón por la que Will no podía permitirse una niñera era simple y muy clara. Las antiguas niñeras presionaron psicológicamente a su hijo. Sí, no dejaban de atormentar la cabeza de ese niño, diciendo cosas absurdas, que se casarían contigo y luego lo mandaría lejos. - dijo Lucía.

- ¡Aja, solo puede ser una broma! - Joaquín refunfuñó incrédulo.

- No es una broma, no tengo ninguna razón para hacerlo. Quiero dejar claro que estoy aquí por el trabajo, ¡no tengo otra intención que conseguir este trabajo! - La pelirroja fue clara en su discurso.

- ¡Eso es bueno! Porque yo tampoco estoy buscando una madre para mi hijo. - Joaquín puso los ojos en blanco. - ¿Es todo lo que querías hablar conmigo?

- ¡No! Analizando el día de su hijo hoy, pude notar que le falta algo. Ser un niño, eso es lo que le falta. Señor Galán, Will es un niño de nueve años con más responsabilidad que un adulto. - dijo Lucía, sorprendida, recordando el total de las actividades del chico durante el día.

- Así es como lo he puesto, y así se hará. - dijo Joaquín ya irritado.

- Lo siento señor, pero estoy obligada a aligerar la carga de este chico. Soy pedagoga, tengo experiencia con los niños y con la zona, puedo decirte que esto es pesado para Will. - Lucía se cruzó de brazos.

- No tiene nada que decir en mis decisiones, señorita Cuervo. Cumpla con sus obligaciones, o me veré obligado a quitarle ese trabajo. - Joaquín se acercó.

-Exactamente señor Joaquín Galán, yo no tengo nada que decir en sus decisiones. Sin embargo, estoy aquí para ayudarte a cuidar y guiar a tu hijo. Me parece válido que tengas en cuenta mis decisiones, yo sé mejor que vos lo que hay que hacer con un niño. - Lucía habló con un tono tranquilo en su voz.

- ¡Ya basta! Yo soy el que toma las decisiones aquí, mis empleados sólo me siguen y obedecen. - respondió Joaquín irritado.

- No voy a perder el tiempo discutiendo contigo, sólo ten en cuenta que soy yo que estoy pendiente de su hijo. - Dijo dándole la espalda. - Ah, haz tu papel de padre correcto por una vez en tu vida, sube a la habitación de Will y dale un beso de buenas noches a ese niño que te quiere! - dijo Lucía, que seguía de espaldas.

- ¿Quién te crees que eres para darme órdenes? - preguntó Joaquín con desgana.

- La persona que está cuidando a su hijo y sabe exactamente lo que ese niño necesita y se queja al final de la noche. - La mujer respondió con voz tranquila. - Que pases una buena noche! - La pelirroja salió de la sala, dejando a su jefe solo en la sala.

El hombre miraba fijamente las escaleras de su casa, nada pasaba por su mente, intentaba formular un pensamiento concreto. Lucía no llevaba ni un día en la casa y había conseguido averiguar por qué su hijo no duraba nada con las niñeras, había enfrentado a él sin miedo a perder el trabajo. ¿Podría despedir a la mujer? Por supuesto que podía, pero no consideró esa opción, hablaría con ella en la mañana.

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