14. Un encantador encuentro bajo la luz de la luna (Parte 1)

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Bajo la sombra de los majestuosos árboles de cerezo, un joven chico, Satoshi, paseaba con entusiasmo por aquel sendero cubierto de suaves pétalos rosados que caían como copos de nieve primaveral

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Bajo la sombra de los majestuosos árboles de cerezo, un joven chico, Satoshi, paseaba con entusiasmo por aquel sendero cubierto de suaves pétalos rosados que caían como copos de nieve primaveral.

Cada paso que daba estaba lleno de emoción y expectación, como si aquel camino lo llevara hacia algún destino maravilloso y mágico.

De repente, un suave rugido en el cielo llamó su atención, y alzó la mirada para contemplar un avión volando libremente sobre el vasto cielo azul, el sol brillando a través de sus dedos entrelazados mientras protegía sus ojos del resplandor. En ese instante, una voz tierna y cargada de amor resonó en el aire.

- Satoshi...

El joven se giró, y sus ojos se encontraron con los de su madre, que caminaba con elegancia y gracia sosteniéndose en un delicado bastón. La preocupación en sus ojos reflejaba el inmenso cariño que sentía por su hijo.

Satoshi se apresuró a acercarse a ella, inclinándose ligeramente para estar a la misma altura que su amada madre.

Cada gesto, cada mirada, era un reflejo de la conexión profunda que compartían.

- Hijo, la flor se está marchitando - susurró su madre con una voz suave y melodiosa.

- ¡No! - exclamó Satoshi con miedo y frustración, sus manos agarrándose a su cabeza como si intentara contener el dolor - Aún es muy pronto, dijiste que soportarías más.

La madre se acercó con dulzura y colocó una mano en el rostro de su hijo.

- Satoshi, prométeme que serás feliz, que encontrarás al amor de tu vida y formarás una hermosa familia...

- No, mamá, yo no necesito nada de eso... yo soy feliz contigo - declaró con una sinceridad desbordante mientras la abrazaba con fuerza.

Y su madre, con el amor incondicional que solo una madre puede tener, respondió al abrazo con ternura y calidez.

Sin embargo, a pesar de la fortaleza de aquel abrazo, la triste realidad se cernía sobre ellos.

La flor que simbolizaba la vida de la madre estaba marchitando, y sabían que el tiempo era efímero y precioso.

Días después, el Festival de los Cerezos llenó la ciudad con un aura mágica y romántica.

Satoshi vestía un kimono exquisitamente confeccionado por su madre, que realzaba la belleza de su porte varonil.

Aunque su madre le había arrastrado hasta allí con una mezcla de ternura y firmeza, el joven no podía negar el brillo de emoción en sus ojos.

El lugar estaba lleno de coloridos puestos de comida, juegos y la explosión de fuegos artificiales en el cielo nocturno, pero lo que más capturó la atención del azabache fue el mar de parejas felices, tomadas de la mano y compartiendo risas mientras disfrutaban del festival.

Un Amor De Euforia | Trilogía 2 | SatogouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora