El perdón.

333 23 11
                                    

Altagracia y Lucía estaban sentadas en la arena, inmersas en sus pensamientos ni siquiera el sonido de las olas las inmutaba. Ambas lucen tensas y cansadas. Es como si intentaran que fuesen sus corazones quienes hablaran de todo lo que sentían, que alguna fuerza mayor sea quién tome el control y las ayude a hacer este momento mas fácil.

- Ni siquiera sé como comenzar, pero quiero que lo sepas para que entiendas una parte de mí, mereces saber la verdad. Solo te pido que no me interrumpas, déjame terminar y luego podrás preguntarme todo lo que quieras

- Te escucho. - dije de manera suave - poso mi mano sobre su pierna. A simple vista puedo notar lo tensa que está, sus ojos muestran una avalancha de emociones.

Flashback - Calle oscura.

Fuegos artificiales, el murmullo, mi padre en el suelo bañado en su sangre, cesar en el suelo sin moverse y mi madre degollada.

Ayuda, por favor - grité desgarrada - suéltenme, suéltenme.

Qué rica estás, conejita - escuché decir, mientras sentía sus asquerosas manos debajo de mis bragas

Hoy serás nuestra, conejita.

Vas a recordarnos toda tu vida - reían.

Fin del flashback

- Altagracia, ¿estás bien? - la muevo - reacciona - es como si estuviera en un transe, las lágrimas le brotaban y ella ni siquiera se inmutaba.

- Lo siento, me distraje en mis pensamientos - dije con voz temblorosa - Cuándo tenía 16 mi vida era perfecta, tenía a mis padres, a Regina y al amor de mi vida, cesar - sonreí melancólica - Era una noche normal de carnaval y todos decidimos ir, luego de haberla pasado increíble nos íbamos a casa y fue ahí que nos encontramos con unos asaltantes, eran cinco para ser exacta - carraspee e intenté no hacer las cosas mas difíciles - Por inercia todos pensamos que solo seria un asalto pero no podía estar más equivocada, querían algo más

- Puedo notar que esto te sobrepasa, estas tan vulnerable, sé que te pedí a gritos que quería saber tu verdad, pero no acosta de tu sufrimiento, no tienes porqué seguir - me sinceré

- Debo hacerlo, te lo debo, me lo debo.
- Ellos nos querían a nosotras, Papá intentó defendernos pero uno de ellos le disparó, cesar también lo intentó pero no pudo hacer nada, también lo mataron, mamá intentó protegernos pero fue imposible, uno de ellos la degolló ante nuestros ojos, la vi caer al suelo y junto con mi padre y cesar, la vida se me fue desde ese instante, pero mi instinto siempre fue proteger a Regina, sabía que ya no había forma de evitar el destino que me había tocado, entre voces podía escuchar como me llamaban "Que rica conejita eres" "Te vamos a llevar a ver a tus padres" lo único que pude hacer fue pedirle a Regina que corriera, que buscara ayuda, ella se resistió pero al final llena de miedo me hizo caso, corrió y se escondió detrás de unos tubos que habían en aquel lugar, y pasó, al principio me resistí, gritaba pero era inútil, a pesar de que se escuchaban los murmullos y la música de fondo, nadie se percató de nada

- perdóname - las lágrimas brotaban, y yo no quería que me viera así, quería ser su fortaleza, pero no pude - lamento tanto lo que te pasó, no lo merecías

- Me violaron - dije con la voz entrecortada y poco audible - cada uno de ellos me tocó con sus manos asquerosas, me sentía sucia y solo pedía a Dios para que de una vez por todas acabaran con mi sufrimiento, entre sollozos y gritos pude escuchar como el líder le decía a uno de ellos que debía matarme para estrenarse, pude escuchar como se alejaban, y este hizo caso omiso, se puso de rodillas entre mis piernas, apuntando con su arma en dirección a mi pecho y por un momento mi corazón se sintió aliviado, pero eso no duró mucho, solo vi como cambió la dirección del arma y disparó, posó sus labios sobre mis oídos para decirme que me fuera lejos y que si decía alguna palabra sobre lo que acababa de pasar, moriría, luego se levantó y se unió a ellos, fue lo ultimo que recuerdo de ese asqueroso momento, desperté en un hospital con Regina a mi lado sosteniendo mi mano y la tía Yesenia sentada en un mueble apartado, todo había pasado pero yo me sentía sucia y que no valía nada, había muerto la noche anterior y lo peor es que seguía viva y todo lo que me esperaba era aún mucho peor.

Lucía estaba perpleja, no sabía cómo reaccionar, su corazón dolía, es como si todo lo que tenía dentro en contra de su madre se hubiese ido, solo quedaba un corazón dolido y lleno de amor que anhelaba poder ser expresado, pero las emociones eran tantas que ni siquiera sabía como comenzar, tenía muchísimas preguntas pero no era capaz de hacer ninguna, sabía que serían como un puñal para su progenitora, Altagracia por su parte sentía que se había ido aquella carga que por tantos años llevó en sus hombros, que por una vez en la vida pudo contar su historia sin sentirse asquerosa y repudiada, esta vez fue distinto, los ojos de lucía por un momento comenzaron a verse igual que los de su madre y en aquella mirada no había desprecio sino compasión y cariño.

- Luego que salimos del hospital intenté denunciar junto a Regina, pero fue inútil nunca nadie nos hizo caso, al parecer, eran personas de mucho poder y nosotras sólo éramos dos pobres huérfanas, Yesenia nos ayudó a preparar todo el sepelio, nos despedimos y nos fuimos a su casa, al principio todo iba bien pero al pasar de los días fue cambiando con nosotras y quería que Regina al igual que yo saliéramos a trabajar, pero yo no lo permití, yo tomé toda la responsabilidad para que Regina pudiera seguir estudiando, fue difícil pero conseguí trabajo en una construcción llena de hombres y ahí me di cuenta lo mucho que me gustaba todo lo relacionado con ello, para ese entonces Yesenia me había enseñado a usar distintos brebajes y demás para engatusar a los hombres, ella decía que alguna vez en la vida lo necesitaría y comencé a utilizarla y hablar con los santos, y es en lo que hoy en día creo, y eso tú lo sabes. Meses después uno de los obreros intentó sobrepasarse conmigo, y en ese entonces, pensé que pasaría de nuevo, pero José Luis que en ese entonces era uno de los trabajadores de la empresa, me salvó de volver a vivir la misma suerte, desde ese entonces, comenzamos a hablar, el me confesó que yo le gustaba desde la primera vez que me vió llegar a la construcción - sonreí melancólica - la verdad es que por más que había pasado el tiempo, yo no podía dejar de pensar en lo que me había pasado, no podía olvidar a cesar así que le di un no rotundo y le pedí que se alejara de mi que yo solo podría traer desgracias a su vida - sopesé - el siguió intentando y me cortejó por un tiempo hasta que acepté y un una noche de tragos hicimos el amor y quedé embarazada de ti, a solo seis meses después de lo ocurrido, mi corazón aún no asimilaba lo que había pasado con mis padres y todo lo que pasé, José Luis estaba muy feliz pero yo no, nunca lo estuve - la miré - sus ojitos estaban rojos por las lágrimas, pero lo tengo que hacer, por ella, por su bien, pensé.- lo siento.

- Créeme que yo lo siento más - dije en un tono poco audible.

- Luis estaba tan feliz que comenzó todos los preparativos para que nos fuéramos a vivir juntos, en poco tiempo tenia todo preparado para recibirte, el tiempo pasó y di a luz y fue como si todo lo que había vivido había vuelto, no quería verte, pero Regina me obligó a hacerlo, te di el pecho y luego te entregué a Luis, el se encargó de ti, estaba sumamente preocupado por mi, entendió que yo no estaba bien, así que buscó ayuda con una psicóloga y esta le dijo que lo que yo tenía era un mecanismo de defensa por lo que había pasado además de una depresión post parto, fue difícil pero el tiempo fue pasando, y las cosas nunca mejoraron, nos fuimos a vivir a cdmx y aquí me enfoqué tanto en construir lo que soy que me olvidé por completo de ti incluso de mi misma y no sabes cuanto me arrepiento, lo demás ya lo sabes - levanté el rostro y mis ojos chocaron con los de ella, y por impulso, la atraje a mí y la abracé - perdóname, perdóname por no amarte como tú te merecías, perdóname por no ser la madre que necesitaste, por no intentar sanar este dolor porque tú no tenías culpa de lo que pasó pero aún así pagaste los platos rotos, perdón.

- Te perdono, porque tú solo fuiste victima de un destino cruel - la abracé con más fuerza - tu no lo merecías, nadie merece haber vivido eso, lo siento tanto. Juntas superaremos este dolor y encontraremos la fuerza para amarnos y construir ese vínculo que tanto necesitamos - me suelto de su agarre y le hago señas para que se levante - ¿Que pasa? La escucho preguntar - sígueme -le digo mientras corro mar adentro.

- Estas loca Lucía, te puedes enfermar - reí

- No importa mamá, si me amas solo ven.

Altagracia corrió detrás de su hija y juntas se adentraron al mar.

- Quiero que esto sea el comienzo de nuestra relación, no hay pasado, no hay rencores, solo dos corazones que necesitan sanar y ser amados, prométemelo - pongo mi dedo meñique de la mano en señal de promesa

- Te lo prometo - pongo mi dedo junto al de ella y las dos nos fundimos en un abrazo.





Pd: ciertos momentos de la doña han sido modificados. Espero que le guste el rumbo, y perdón por haberme desparecido por tanto tiempo.
Siéntanse libres de comentar lo que les esta pareciendo.

El pasado. Tú y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora