-Vamos, mamá, es fácil, te lo prometo -la escucho decir mientras hace unas volteretas en el agua.-Ten cuidado, te puedes lastimar -le digo.
-Soy la mejor en esto, inténtalo -ella trata de imitarme, pero le sale fatal.
-¡Wow, mamá! Tan buena que eres para los números y tan mala para esto -ambas nos reímos.
-Es mejor que salgamos, está por llover, ¿te parece? No quiero que te resfríes.
-Bueno. Vale, vamos. Pero solo si me alcanzas hasta casa -y, sin más, comienzo a correr.
-¡No, Lu, no corras! -digo, intentando seguirle el paso, pero es imposible-. Los años pasan factura.
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José Luis había estado encargándose de las cosas de la empresa mientras Altagracia resolvía las cosas con Lucía. Habían sido días difíciles, pero Luis se enfocó en la empresa. Aun así, le daba vueltas a la discusión con Altagracia. Sabía que había cometido un error al decirle eso, pero tampoco se arrepentía, porque gracias a eso Altagracia tomó la iniciativa, de una vez por todas, de arreglar las cosas con Lucía. Luis sabía que Altagracia no le diría la verdad porque esto ya lo habían hablado antes. Quedaron en distorsionar la verdad porque sabían que sería muy dolorosa para Lu y no querían lastimarla.
-Lucía -la llamo, pero no hay respuesta-. Lucía, ¿dónde estás? -Entro a la sala de estar y no está, así que decido subir a su cuarto. Abro la puerta y la veo ahí, acostada; su semblante mostraba lo tranquilo y reparador que estaba siendo ese sueño. Me quedo en el umbral de la puerta observando cada detalle. Después de quince minutos me siento en la cama y comienzo a darle besos por toda la cara. Ella se remueve y gruñe.
-Qué rico despertarse así.
-Así quiero que sea siempre, Lu. Ahora levántate, que te traje tu comida y tarta favorita. Debes alistarte porque dentro de dos horas nos vamos.
-No, mamá, ¿podemos quedarnos un día más, plis? -Hace puchero y me mira a los ojos.
-No, Lu, ya hemos pasado todo el fin de semana aquí. Es hora de volver a casa; tengo mucho trabajo pendiente.
Continúa haciendo puchero mientras pone sus ojos como borreguito.
-Bueno, hagamos algo, malcriada -ríe-. Te prometo que el fin de semana que viene venimos de nuevo, ¿sí?
-Bueno, va, te la compro. Pero solo si me ganas en una guerra de cosquillas.
-¿Ah, sí? -Enarco una ceja. La veo abalanzarse sobre mí, pero yo soy más rápida; la sostengo por la cintura, la tumbo en la cama y comienzo a hacerle cosquillas.
Fue un momento mágico entre las dos. Las cosas no han sido fáciles, pero ambas querían que mejoraran. Por su parte, Altagracia comenzaba a ver a Lucía con otros ojos. Ya su acercamiento no le era tan hostil; sus malos sentimientos no habían desaparecido, sino que estaba aprendiendo a reconocerlos y canalizarlos, entendiendo que Lucía no era culpable de nada, sino que solo era una víctima de todo lo que había pasado. Bueno, ambas lo eran. No todo surgió de forma repentina; hacía tiempo que Altagracia estaba trabajando en ello, pero es duro cambiar los sentimientos que por mucho tiempo han controlado tu subconsciente. Es difícil entender que ninguna era culpable de lo vivido, y que solo poniendo todo el empeño y dejando salir a flote todo el amor que sentía por ella, que por mucho tiempo estuvo guardado en un rincón de su corazón, esperando el momento exacto para salir, momento que al parecer llegó.
Lucía terminó su desayuno y emprendieron camino a Ciudad de México. Hablaron de temas al azar, y Lucía le contaba a Altagracia un poco de lo que le gustaba y le hacía feliz, hasta que comenzaron a tocar fibras sensibles.
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El pasado. Tú y yo.
FanficUna mujer ultrajada, triste, melancólica y con un pasado oscuro, Una niña herida, ¿Podrán sanar y iniciar una vida lejos de todo lo malo que arrastran? Averígualo.