Acercándose a su verdad.

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Luego de la empresaria salir de su casa, se dirigió al hospital, debía realizarse varios exámenes para comprobar lo que ayer le había dicho su doctora, y es que para la empresaria pudiera digerir toda la información debía tener la total certeza, en caso de que fuera cierto, todo se le iba a venir abajo, su familia nunca ha estado en su mejor momento y la relación con su hija menos, y esto llegaría a empeorar las cosas y a poner todo patas arriba.

- Reviso el celular y tengo varias llamadas perdidas de Tania y José Luis - así que decido llamar a Tania y enviarle un mensaje a Luis mientras esperaba para entrar a sangrarme, me da pavor hacerlo sola, pero debo volver a acostumbrarme que la soledad es parte de mí.

Tono de llamada sonando.

Buenos días, Tania. Tengo algunas llamadas perdidas tuyas, ¿Algún problema en la empresa?

No doña, en la empresa solo tiene algunas juntas, pero hace una hora la llamaron del consultorio de la doctora para confirmar su asistencia.

Te voy a pedir que canceles todas mis citas y las pases para el lunes, me iré de la ciudad y no quiero que me molesten con nada, y con respecto a la cita, no te preocupes, yo ya estoy aquí.

Entiendo Doña, así lo haré. Disculpe las molestias.

No te preocupes, Tania. Una ultima cosa, ¿de casualidad está el señor en la empresa?

En este momento no, le comenté que estaba intentando localizarla por la cita y canceló los pendientes, creo que salió para allá.

Esta bien, gracias Tania.

- Señora Altagracia Sandoval, por favor pasar a la puerta número 2 - escucho decir por el altavoz así que me levanto de manera brusca, siento un leve mareo que me hace tambalear, de un momento a otro siento unas manos que me sostienen

- ¿Se encuentra bien? Tranquila, la ayudo a sentarse, disculpe.

- Gracias, estoy bien, fue un simple mareo.

- Yo no la veo nada bien, voy a llamar un doctor para que la revise.

- No, estoy bien, en un rato confirmaré lo que creo que tengo - veo como se aleja a unos metros y se voltea, al mismo tiempo que asiente con la cabeza y me pasa un vaso.

- Aquí tiene un poquito de agua, creo que le hará bien.

- Muchas gracias - tomo el vaso de agua y le doy unos cuantos sorbos, el me mira y sonríe de manera melancólica - Se ve que el que no está bien es usted, lo puedo ver en sus ojos, ¿le pasa algo?

-No han sido días buenos, tengo a mí hija hospitalizada.

- Lo siento mucho, debe ser muy complicado para usted y para su esposa.

- La verdad es que sí, lo es, y con respecto a mi esposa, soy viudo, mi esposa murió al nacer Clara, mi hija.

- Lamento haber destapado esa herida.

- No se preocupe, no hay problema.

Señora Sandoval, favor pasar a puerta número 2.

- Creo que ya sí es momento de pasar

- La ayudo - le doy la mano, ella la toma y de manera suave la ayudo a levantarse, era una mujer preciosa en toda la extensión de la palabra, unos ojos que atrapan, un rostro mágico y un cuerpo que te envuelve.

- Gracias - dije - los nervios se me podrían notar a miles de quilómetros y es que las agujas para mí nunca han sido mi fuerte, y quién lo diría, alguien como yo que he matado a sangre fría.

- ¿Le pasa algo? La notó muy nerviosa.

- Le tengo pavor a las agujas - dije sin mas.

- Sí quiere puedo entrar con usted, así la acompaño para que no le sea tan difícil.

- No es necesario, no quiero causarle ninguna molestia, me imagino que debe ir a atender a su hija.

- No es molestia, y no acepto un no por respuesta, además a Clara le están haciendo un estudio y la verdad es que va a tardar bastante para salir, así que mejor la acompaño y me distraigo un poco, ya me hace falta.

- Bueno, le diría que no acostumbro a recibir ayuda de nadie, pero me cayó bien, y eso, ya es ganancia - alardeé.

- Al parecer su fuerte es la humildad - ella rió y yo hice lo mismo.

Indiscutiblemente Altagracia siempre había sido una mujer fuerte y desconfiada, pero con este hombre extraño no había sentido la necesidad de escudarse, él por su parte, la ayudó haciéndole plática y riéndose ambos de sus ocurrencias, para Altagracia aunque ni siquiera conocía su nombre, se le hacía fácil interactuar por la forma tan espontánea y cálida del extraño.

- Eso sería todo señora Sandoval, en 15 minutos podrá pasar al consultorio de la doctora, ella ya tendrá los resultados.

- Muchas gracias - dije sin más.

- Altagracia.

Escucho mi nombre y volteo a ver, pero desde antes ya sabía de quién se trataba, el hombre que tiene todo el control de mi y mi cuerpo solo con su voz.

- José Luis, ¿qué haces aquí?

- Tania me dijo que estarías aquí, vine a acompañarte a tu cita, independientemente de cómo estemos, eres mi esposa y estoy preocupada por ti.

- Me dejaste las cosas muy claras ayer.

- Bueno, yo me retiro, cuídese señora Sandoval, nos vemos, espero que todo salga bien.

- Nos vemos - el se acerca a mí y me da su mano - Espero que Clara mejore, hasta pronto.

Los celos de José Luis podrían olerse desde lejos y a Altagracia, le encantaba verlo de esa forma, independientemente de la situación por la que estaban pasando.

- ¿Me puedes explicar quién diablos es ese tipo?

- Yo no debo darte ninguna explicación de lo que hago ni de con quién estoy.

- Escúchame Altagracia, lamento haberme alterado de esa manera pero lo que me dijiste me rebasó, entiende que lastimaste a nuestra hija y lo peor es que ni siquiera lo recordabas, ¿entiendes la gravedad?

- Claro que lo entiendo, pero es MI hija - dije haciendo énfasis en las ultimas palabras.

- Nuestra Altagracia, nuestra.

- No José Luis, es mi hija y yo voy a reparar todo el daño que le he hecho a mi hija, y de verdad - paso mis manos sobre mis ojos intentando detener las lágrimas - no te quiero cerca, no por ahora, vete.

- No me iré, sé que sí estás aquí es porque te pasa algo y no voy a dejarte, no en este momento.

- Ya te dije, José Luis, no te quiero cerca - con pasos firmes camino hacia fuera del hospital y el me sigue - aléjate de mí.

- Diablos mujer, entiende que te amo y que si dije lo que dije por el calor del momento - la tomo del brazo y la acerco a mi cuerpo - no puedes decir que no me quieres cerca - nuestras respiraciones se unen mientras el calor de nuestros cuerpos invaden todo el espacio - cuándo tu cuerpo me pide a gritos que me quede contigo - digo sin más y le doy un beso lleno de pasión, ella me sigue y yo la pego aún mas a mí intimidad.

- Suéltame - me suelto de su amarre y le doy una cachetada inmediatamente el lleva su mano a su mejilla - No me vuelvas a tocar o te juro que la próxima vez no será una cachetada, será un disparo en los huevos, imbécil.

Altagracia amaba los besos de su amado José Luis, se prometió no ser débil ante el, su única prioridad era mejorar su relación con su pequeña hija Lucía; lo que se avecinaba era fuerte, Altagracia estaba dispuesta a contarle la verdad a su hija, todo esto con la esperanza de que su relación mejore y ella pueda entender el motivo de su rechazo.

El pasado. Tú y yo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora