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—Tía~.

Al oír ese canturreó, regresó a ver sobre su hombro al dios de cabellos negros que se hallaba parado a varios pasos por detrás de ella.

—No hace falta que me llames así, Hermes— dijo para volver al frente, con un ligero rubor sobre sus pómulos.

—Pasaba a saludarla, tía— reiteró la forma en que la llamaba, para acercarse a ________ a ver el cuadro que estaba pintando —. Mi tío mencionó que podría encontrarla por aquí. ¿Qué le parece esta vista del Inframundo?

Y allí se encontraban.

Ella había llegado junto a Hades hacía un par de horas. El dios no procuraba que permaneciera demasiado tiempo en ese mundo, debido a que llegaba a agotarse por las energías que allí se desprendían.

No era la primera vez que estaba ahí. Desde hacía años el de cabellos plateados solía llevarla consigo por un rato. Pero jamás le permitía salir del palacio sola o acabaría desprendiéndose totalmente de su cuerpo. Solo si él estaba cerca, podía seguir viva más allá de las paredes.

Poco a poco, se había llegado a expandir la información de que el rey del Inframundo estaba saliendo con una humana. Incluso, él mismo fue el que se dirigió a cada uno de sus hermanos a contarle personalmente.

Zeus ansiaba conocerla, pero luego de unas palabras por parte de Hades, ya ni quería por los momentos.

Adamas, por su parte, quedó con un semblante confundido muy exagerado mientras pedía que le repitiera lo dicho; pero al final le dio una palmada en el hombro, diciendo que lo respetaba.

Y por último Poseidón, que apenas había alzado la mirada a él, analizando su rostro y volverla a desviar, sin emitir juicio alguno.

—Es demasiado curiosa...— confesó estando atenta a una pincelada que daba, ignorando como la llamó de nuevo.

Se hallaban en un balcón, mientras que ella tenía el lienzo apoyado en un trípode que había hecho Hades. Al fin y al cabo, y con mucha paciencia y ayuda por parte Ronen, logró armar uno decente y duradero.

—Y dígame, tía, ¿cuándo le piensa decir la verdad a su querido sobrino favorito?— volteó a verla, pintando la sonrisa de siempre.

—¿Qué verdad?— frunció las cejas, sin comprender en lo más mínimo lo que decía.

—Han pasado como dos años de eso y he esperado pacientemente a que alguno de mis tíos me dijera algo.

Arqueó una ceja, tratando de recordar qué había sucedido hacía dos años. Pero sin indagar demasiado, llegó a su conciencia el recuerdo al que debía de estar refiriéndose el dios mensajero.

—Tengo mala memoria— fue lo único que dijo, e hizo labios de pato para morder un poco el interior de sus mejillas.

—¿Entonces no tiene una marca de olivos rodeando alguna parte de su cuerpo?

Detuvo cada uno de sus movimientos para volver a ver al dios que seguía sonriendo.

—Bien, Hermes... Sí, me casé con Hades hace dos años— mencionó con una pequeña sonrisa de lado para retomar la pintura —. ¿Solo querías confirmar algo que ya sabías?

—Me alegra saber que usted me entiende, tía— ladeó la cabeza a la par en que cerraba sus ojos.

Luego de estar ocho años juntos, decidieron hacer un rito entre ellos para sellar su amor para el resto de la eternidad: casarse. Y como comprobante de eso, en su torso apareció una marca parecida a la que tiene en el brazo su marido, rodeándola. Se dio cuenta de eso cuando se había ido a dormir ese mismo día, y Hades le explicó cómo fue que debió de aparecer.

PINTURAS |Hades y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora