Capítulo XXI

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Dos días más tarde, ya era hora de marchar.

______ dirigió su mirada al lugar en el que se solía encontrar con Hades, hallándolo allí junto al otro hombre. Dibujó una sonrisa para apresurar su paso a donde ellos, siendo su amigo el primero en notar su llegada y ponerse de pie.

—¡Has llegado!— exclamó para sonreír animado.

El de cabellos plateados levantó la mirada del suelo para regresar a ella, curvando sus labios de forma dulce.

—Hola— los saludó a ambos, al tiempo en que le era devuelto y el dios se levantaba para acercarse.

—No sé quién está más ansioso de ver el resultado: Ronen o yo.

La muchacha soltó una risita, al tiempo en que pensaba que el nombre de su amigo había sido más fácil de recordar de lo que imaginaba. Lo reiteró tres veces para no olvidarlo esta vez.

 —Puedo asegurar que yo— levantó una mano el demonio, mostrando un incrédulo semblante y recibiendo un arqueamiento de ceja por parte de su señor.

—Cálmense, cálmense— indicó divertida, agachándose a desatar las cuerdas que rodeaban el cuadro para llevarlo colgando de un hombro —. Ambos lo verán a la misma vez y me dirán qué les parece.

—¡Bien!— asintió Ronen, poniéndose firme como soldado. Pero al recibir un codazo por parte de Hades y verlo, entendió que podía relajarse.

Al conseguir su cometido, se levantó apoyando el cuadro que seguía cubierto por la tela contra su pecho, sosteniéndolo desde abajo. Vio a ambos que esperaban expectantes a que lo descubriera, cosa que logró con malabares y un poco de ayuda por parte del de cabellos plateados.

Los ojos de Ronen se abrieron de a par y Hades apreció tranquilamente. El lienzo estaba bañado de colores oscuros y muy apenas se podía apreciar como una silueta clara se hallaba por ahí sentada, próxima al centro. Se trataba de la cueva que tenían a unos pasos, en el atardecer. Y la figura, era la de un hombre mayor con largas barbas y una túnica grisácea. Este no daba la cara y estaba encorvado en su sitio.

Los detalles eran magníficos para haberlos pintado en tan poco tiempo. Cinco, seis días no eran mucho, pero una vez que ______ le agarró la mano, le resultó fácil hacerlo rápido.

El dios detallaba las estalactitas y estalagmitas que habían en el interior de la cueva pintada, incluso notando que podía verse en segundo plano una parte del agua que había allí dentro. Aquello le transmitía la calma de la que tanto habían estado hablando con la muchacha respecto a la cavidad natural. 

La artista los veía aguantando su sonrisa emocionada, detallando sus expresiones que no se modificaron, cosa que la ponía muy nerviosa. 

—Me gusta...— habló bajo Hades, acercándose más al lienzo.

—Me hace recordar a casa...— mencionó Ronen, teniendo un semblante mucho más tranquilo, ganándose una mirada extrañada de la chica. Cuando se percató de eso y de como lo miraba su señor, reaccionó —. Digo... por las noches en las que me solía levantar y...— miró a _______ a quien quería explicarle mejor esa mentira, pero no se le ocurría nada —Algo personal, no lo entenderías— asintió como dándole a entender que hasta ahí llegaba.

—¿Y... qué opinan?— preguntó insegura, yendo del dios al demonio.

—Me parece un cuadro muy tranquilo— se apresuró a hablar el guardia.

—Me transmite serenidad, a tal punto de desear ser yo el hombre del cuadro para estar ahí sentado... Un lugar de silencio y reflexión que cualquiera necesita— apoyó una mano sobre su mentón, analizando mejor lo que sentía y la pintura —. Un descanso perfecto de la ajetreada rutina— quedó unos momentos en silencio para regresar a verla —. Déjame adivinar... ¿Se llama "El hombre y la cueva"?

PINTURAS |Hades y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora