༒┊𝕰𝖓𝖈𝖆𝖗𝖈𝖊𝖑𝖆𝖒𝖎𝖊𝖓𝖙𝖔 ┊༒

Capítulo 11: Día 8

Un calor brillante se apoderó de mi rostro cuando terminé de leer la carta. Había tantas cosas al respecto que quería preguntar, pero estaba tan nervioso por la nota que me dejó al final que no podía pensar con claridad. ¡Estaba avergonzado y furioso por eso! ¡No solo me había estado escuchando como un asqueroso, sino que también me estaba llamando la atención! Estaba tan enojado que ni siquiera podía empezar a pensar en cómo él quería más de mí me emocionaba un poco porque ¡cómo se atrevía a jugar conmigo de esa manera!

Me levanté de mi silla tan rápido que se volcó, aunque no me importó mientras me dirigía a mi puerta. Ni siquiera pensé en lo que Wesker estaba haciendo en ese momento o dónde estaba; solo quería que esta carta horrible, manipuladora, espeluznante y horrible en mi puño cerrado ya no existiera. Irrumpí en la cocina y tiré las páginas a la papelera de metal antes de agarrar mi encendedor del mostrador. Cuando volví a encenderlos, el hombre rubio con el que estaba muy enojada se paró frente a mí con una sonrisa maligna en sus labios pecaminosos.

"Esa es toda la reacción". reflexionó alegremente. Se acercó a mí y como si mi rostro no pudiera brillar más, el calor seguía aumentando con su proximidad. Me negué a retirarme o mostrar timidez ante su avance ya que eso es lo que él quería. “¿Qué te pareció mi nota?” preguntó seductoramente mientras se acercaba lo suficiente para que estuviéramos casi pecho con pecho, su cara tan cerca de la mía que podía sentir su aliento en mi cara. Estoy seguro de que podía escuchar mi corazón latir frenéticamente como si pudiera llegar a él, pero esperaba que tomara todo esto como vergüenza en lugar de anhelo.

“Creo que fue más una invitación”. Respondí con dureza, sin querer dar el pequeño paso atrás que di. Su sonrisa creció tanto que pude ver sus dientes pareciendo mostrarme como si fuera a devorarme. Tenía miedo, no necesariamente de él, sino de los latidos de mi corazón que podía sentir en todo mi cuerpo y del calor que recorría mi cuerpo y se concentraba en mi abdomen. Tenía miedo de lo que podría pasar si cometía un desliz incluso por un segundo y mi cuerpo actuaba sobre mis deseos por él, ya que me miraba de manera tan posesiva y se me ofrecía de buena gana. Tenía miedo de hacer algo que no pudiera retractarme, algo que no solo cambiaría nuestra complicada relación, sino también a mí mismo de alguna manera fundamental. Tenía miedo del dolor que sabía que me engulliría para siempre si permitía esta felicidad temporal. Ya dolía saber que mi antiguo capitán no tenía idea de lo que me estaba haciendo. Me dolió cada vez más pensar que tal vez lo hizo y que esta era solo otra forma en que quería romperme.

"Perceptivo." me felicitó, pero en realidad era tan obvio que cualquiera lo habría visto. "Solo acéptalo." Su voz sensual susurró cuando finalmente cerró la pequeña brecha entre nosotros para presionar su cuerpo contra el mío. Un brazo se envolvió alrededor de mi cintura y sus dedos se deslizaron bajo el dobladillo de mi camisa para esparcir fuego sobre mi piel con su toque. Sentí que todos los nervios de mi cuerpo se activaron a la vez. La ira, el deseo, la culpa, la necesidad, el dolor y la dicha se arremolinaron a través de mí como un torbellino de fuego y hielo. Apenas noté que se inclinaba un poquito más cerca necesario para conectar nuestros labios, pero sentí la abrumadora necesidad de presionarlo aún más fuerte, envolver mis brazos alrededor de su cuerpo y aferrarme a él mientras lo besaba con todo lo que era para disipar la confusión que se estaba gestando en mí. Y casi lo hice. Pero en el último segundo, el dolor estalló en mi frente después de que la lancé hacia adelante para chocar con la suya tan fuerte como pude. Solo retrocedió un poco, pero me soltó y retrocedió, ahora mirándome. Le devolví la mirada y jadeé con fuerza mientras me enfocaba solo en mi ira.

"No me vuelvas a tocar, joder". Gruñí a través de mis dientes apretados. Quería hacer mucho más: golpearlo hasta que me sangraran los nudillos, besarlo hasta que me dolieran los labios, gritarle hasta que mi voz se volviera ronca, tocarlo hasta que conociera cada línea de su cuerpo, golpearlo hasta que me suplicara que parara, amarlo hasta que suplicara más. Estaba demasiado confundido, no podía actuar de una manera sin soltar la otra. Así que volví mi atención a la carta, encendiéndola rápidamente y observándola el tiempo suficiente para asegurarme de que se encendiera y se extendiera antes de mantener el contacto visual con Wesker mientras se quemaba. El mensaje era claro. Esto es lo que pensé de su carta, su invitación. No quería que existiera. Continuó mirándome, no dispuesto a retroceder ante el desafío que le planteé, pero no lo estaba extendiendo al seguir avanzando hacia mí de todos modos. Al menos captó el mensaje y, a su manera, estaba respetando mi rechazo, incluso si no lo estaba tomando bien. Lo dejé entonces, con la carta aún ardiendo, y volví a mi habitación. Me estaba preparando para dar un portazo cuando escuché un suspiro y por el rabillo del ojo noté que Wesker se recostaba contra el mostrador, sus ojos tristes se iluminaban contra la pequeña llama que miraba. No me importaba- ¡No me importaba!