Capítulo III: ¿Inteligencia Emocional?

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—En definitiva, creo que es imposible que me lleve bien con él.—


Me senté en una de las bancas del roof del instituto, esperando a que se diera una hora prudente ir a mi aula. Era lunes por la mañana y, por alguna extraña razón, había llegado mucho antes de lo esperaba, tomando en cuenta que mi rutina no variaba demasiado. Tenía acceso a ese paraíso escondido gracias a Nathaniel, que nos había compartido la llave a unos cuantos, aunque estaba segura de que sólo había sido a Castiel y a mí como parte de su intento de hacer las paces.

Mi salida del fin de semana había transcurrido casi sin incidentes, a excepción de una conversación incómoda entre el azabache y yo. No había sido la peor del mundo, pero dado el contexto, fingir que se estaba disculpando era quizás una broma no muy adecuada para nuestra situación actual, por lo que lo dejé solo a mitad de camino por ello.

Había recibido un mensaje de, bueno, mi progenitor unos minutos después de llegar al instituto, pero para variar, era para preguntar cosas ajenas a mí. ¿Está tu tía por ahí? Apreciaba a mi tía, aunque no sé porque incluso con nuestra relación actual me esperaba que preguntara por mí y no por ella...

Antes de que pudiera contestarle, escuché que alguien tocaba la puerta de acceso, y sonreí al ver que era Rosa. La abrí, y no tardó en abrazarme. Ah, que las dos estuviéramos temprano sólo podía significar que, en definitiva, el señor que me engendró no recibiría una respuesta a su mensaje próximamente.


—¿Me extrañaste?— se dio una vuelta, casi como si fuera un personaje de un anime.

—Un día más y casi llamo a la policía.— soltó una carcajada, y ambas nos sentamos.

—Te recuerdo que tuve unos pendientes que atender en casa de los Ainsworth.— aunque lo dijo con una sonrisa, pude notar como sus ojos no hacían lo mismo.

—Y... ¿cómo te fue? ¿Le agradaste a tus suegros?— intenté aligerar el ambiente, pero parecía no resultar.

—Ah, ¡me amaron!— replicó, muy orgullosa. —Leigh casi tuvo que darles una prueba de que tenía clases, como si no fuera suficiente que soy compañera de Lysandro.— decidí no insistir más, pero por su actitud y la de su cuñado, me imaginaba que había algún problema en casa.

—Bueno, es que Lys no es un buen parámetro.— me encogí de hombros.

—¿Y tú? ¿Ya floreció el amor con Castiel?— ambas soltamos una carcajada, pues tanto Rosa como yo sabíamos que había muchas cosas imposibles, y un romance entre ambos era una de ellas.

—Ah, pero claro. Nos casaremos mañana a primera hora, ¿no te lo había contado? Tuve que decirles a mis padres que me firmaran una autorización, ya sabes, como si fuera un paseo en el cole.— una vez más, se rió.

—Agh, ¡sabía que me contestarías eso! ¿Y qué hay de algún otro chico? ¿Tu relación con Nath ya está mejorando? ¿Kentin? ¿Lysandro? ¿El chico alto y guapo que insistía en sentarse contigo en la cafetería?— en otra situación sus preguntas me habrían agobiado, pero ahora me hacían reír. —Escuché que llegaron dos chicos nuevos, ¿qué tal?—

—Bueno, Alexy es un chico muy agradable, creo que te va a caer bien. Fui de compras con él, así que creo que podremos repetirlo los tres. Amará la tienda de Leigh si no la conoce, eso es seguro.— contesté. —Pero... el otro mortal es un tanto especial en carácter. Grosero, sarcástico, nunca sabes cuando habla en serio, y para variar, es un otaku.— pese a que Rosa sabía de mis gustos, eso no me frenaba.

—¿...En serio?— contestó con una sonrisita que conocía tan bien que no pude evitar resoplar.

—¿Por qué es cara? Tengo una semana y algo de conocerlos, no hay nada entre alguno de ellos y yo.—

Ice Queen [CDM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora