Capítulo X: Punto Sin Retorno.

76 9 5
                                    

—¿Cómo te fue en Londres? Escuché que nevó en algún momento de tu viaje.—

—Nada que no pueda soportar... igual no podía salir mucho, así que opté por una corta desconexión en lo que podía regresar.— repliqué, pagando mi boleto de autobús.


El trayecto era relativamente corto, pero aprovechamos para ponernos al día. Armin me había dicho que sólo había ido a Inglaterra una vez de pequeño, pero que no se habían quedado muchos días y mucho menos fueron a turistear, por lo que no recordaba mucho. Le enseñé una que otra foto no incriminatoria que pude encontrar; por ejemplo, Edgware era parte de Londres que se sentía casi como el campo, por lo que podía verse con otra perspectiva.

En otros temas, me confesó que sus padres no le creían cuando les dijo que iba a salir. No precisamente por el asunto de con quién iba a salir, sino que, para ellos, era casi imposible sacar a Armin a menos que se le ofreciera algo a cambio de dos minutos de sol. Eso sí... había mentido. No lo juzgaba, es decir, yo tampoco tenía muchas ganas de que Alexy me cuestionara sobre muchas cosas que, si era sincera, no eran de su incumbencia.


—Bien, ¿quieres comer primero o podrás sobrevivir sin alimento unas horas más para jugar antes?— la verdad tenía mucha hambre, pero podía sacrificarme por esta ocasión.

—Te conozco lo suficiente para saber que te mueres por ir al arcade.— asintió con energía.

—¡Unos meses y ya eres una experta! Déjame guiarte.— hice lo posible por no sonreír.

—¿Te recuerdo que tú eres el nuevo en la ciudad?—


Habían abierto el arcade hace no mucho, por lo que era la actual novedad de esta aparentemente tranquila ciudad. Estaba aceptablemente lleno, por lo que decidimos que lo mejor era jugar de una vez, porque seguramente muchos de los clientes estaban comiendo en ese momento. Hicimos fila para recargar nuestra tarjeta de crédito del arcade, o en mi caso, para comprar una nueva.

Una vez que fue mi turno, el tonto de Armin se me adelantó y puso su tarjeta en la terminal. ¡Era un tramposo! Bien sabía que no me atrevería a hacerle una escena frente a los empleados... por lo que, a muy duras penas, terminé aceptando, con la condición de que yo pagaría lo demás, ya sea sólo nuestra comida o una recarga extra de créditos.


—Vamos, deja de hacer pucheros. Yo te invité, así que yo pago.— no sabía si era mi poca experiencia en citas, pero seguía sin estar de acuerdo.

—¡Pero tú ganaste nuestra apuesta!— ante mi reclamo, simplemente soltó una carcajada, entregándome mi tarjeta para jugar.

—¿Qué dices que eres mejor que yo en Guitar Hero? No te creo.— por más que quisiera seguir, sabía que estaba evadiendo el tema.

—No juego a una dificultad menor a experto, así que reconsidera tu desafío.— nos colocamos las guitarras, pasando nuestras tarjetas poco después.

—Ah, ¿sí? No creo que puedas hacer un combo completo en Fade to Black.— alcé una ceja ante la mención de esa canción.

—Sé de uno al que le caerías bien si esa canción te gusta.— por obvios motivos, no mencioné el nombre.

—Si me ganas, te dejaré pagar la comida. Si pierdes, pedirás todo lo que quieras. ¡Sé que no sólo comes una ensalada!— seleccionó la canción, y antes de que pudiera contestar algo, comenzó.


La canción comenzó tranquila, pero sabía que esto sólo sería el comienzo de siete minutos de tortura hasta poder concluir. Para ser sincera, había echado una pequeña mentira: había jugado una que otra vez en modo experto, pero no para realmente ser una experta... y ni siquiera en Guitar Hero, sino en los típicos juegos de ritmo japoneses que podías encontrar para el celular. Empleé la misma técnica que se me ocurrió: disociarme.

Ice Queen [CDM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora