Capítulo V: Pelea Favorita.

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Un poco avergonzada, dejé el gimnasio, haciendo lo posible por pasar desapercibida. En general, nunca había sido una protagonista de los chismes de la escuela además de, obviamente, cuando ayudé al pelirrojo estúpido a que superara a su exnovia y al otro rubio tonto de que se dejara ayudar. Por lo mismo, imaginar que Peggy me ponía en primera plana porque me estaba saltando clases junto con Armin... no, no era apasionante para nada.

Me dirigí al salón de nuestra siguiente clase, pues suponía que Armin se encontraría ahí para disimular que no se había saltado ninguna clase y seguir esquivando los citatorios de la directora. Como lo supuse, ahí estaba, y simplemente levantó la vista para hacer más obvio que me estaba ignorando.


—Hola, Armin.— aun así, me humillé y lo saludé.

—...Buenos días, compañera.— volvió la vista a su juego, y suspiré discretamente.


Saqué mi cuaderno mientras fingía que estaba haciendo algo productivo, pero sabía que no podría mantenerme por mucho tiempo. Sabía que era casi imposible que nuestros compañeros regresaran al aula, ya que los únicos que solían saltársela eran Ámber y sus amigas y Rosalya, aunque las tres chicas optaban más por esconderse al final del pasillo y Rosalya simplemente no estaba en el instituto.

Por más que esperaba que reaccionara en mi presencia, la cosa parecía cada vez más inútil, por lo que me resigné. Esperé a que sonara el timbre, para así tener una historia creíble de por qué no había llegado al mismo tiempo que los demás. En cuanto sonó, me levanté, sin siquiera voltear a ver a Armin. Tendría más oportunidades de hablar con él, ¿no?


—...Espera.— hice lo posible por no reaccionar a su llamado de la manera dramática a la que estaba acostumbrándome.

—Vaya, no me has hablado por dos semanas. ¿Necesitas algo?— por más que quise sonar agradable, sabía que no había funcionado.

—¿No traes tu uniforme de deportes? Es raro en ti.—

—Bueno, no soy Melody, así que fallar de vez en cuando no es algo inevitable para mí, ¿no crees?— me volví a sentar, tomando esta oportunidad para hablar con él.


El azabache apagó su juego, metiéndolo en su mochila. Se aseguró de que estuviera bien cerrada, y sin más, se sentó en frente de mí, girando su silla hacia mí para así estar cara a cara. ¿Pero qué es lo que estaba haciendo ahora?


—Armin, ¿necesitas algo? Creí que tu silencio había sido demasiado claro.—

—Quiero disculparme por milésima vez contigo, tonta.— sus palabras me destantearon un poco, y no me atrevía a interrumpirlo. ¿Había escuchado bien?

—¿...Y eso?— lo incité a seguir, ocultando mi ansiedad.

—B-Bueno, es que... como Castiel te llamó, sentí como que se estaba robando tu atención mientras estabas conmigo, así que me enojé sin razón.— una vez más, me quedé sin palabras. ¿Qué es lo que estaba insinuando? Su rostro un poco sonrojado... agh, no podía seguir molesta.

—Armin.—

—Todo lo que he estado haciendo desde que llegué es hacerte enojar... lo siento, Scarlett. Creo que me merezco una de tus patadas ninja de nuevo.— se veía sincero, pero eso no detenía mi maldad interior de jugarle una pequeña broma.

—¿En serio piensas eso?— me levanté de mi asiento, mirándolo fríamente mientras me tragaba una carcajada. —Levántate, entonces.—

—E-Espera, ¿vas en serio? No me van precisamente los maltratos físicos, así que, eh...— parecía legítimamente nervioso, por lo que cada vez me costaba más aguantar la risa.

Ice Queen [CDM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora