Capítulo IX: ¡Es una Señal!

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Camino a mi piso, Armin me había llamado. Cómo era de esperarse, sus primeras palabras fueron para echarme en cara que me había ganado, y la única razón por la que no me había molestado era sólo porque realmente parecía feliz con sus resultados en la escuela. Además de eso, me recordó que, incluso si había sacado la nota máxima de nuestro trato, estaba en mí el hablarle de mi pasado o no... cosa que se me hizo inesperadamente considerada de su parte.

Como tal, no había hecho mi maleta. Es decir, sólo estaría unos cuantos días en Inglaterra, y, peor aún, ni siquiera llegaría a mi casa como tal, que se encontraba en Westminster. Tenía que tomar un tren hasta Edgware, que, si los cálculos no me fallaban, estaba a 40 minutos en tren.

Guardé unas mudas de ropa en la maleta que solía tener más o menos lista para este tipo de salidas rápidas. Verifiqué que mis documentos estuvieran en orden, que no había dejado nada fuera de su lugar y que Miry tuviera la comida que necesitara. No se quedaría tantos días sola, por lo que no veía necesario estresar a la pobre con un viaje, sí, bastante corto en avión, pero que para un gato se sentía eterno.

Con todo listo, me llegó la notificación de que el auto ya iba hacia por mí. Mi tía había quedado en pedirme uno debido al favor tan repentino, por lo que el poder ahorrarme el ir en metro hasta el aeropuerto era una buena noticia.

Todo estaba bien, hasta que me di cuenta de que parecía ser un vehículo de la familia; lo asumí por el emblema del hospital en uno de los costados. Muy discreto, sí, pero creo que hubiera preferido un taxi cualquiera o algo así. El conductor bajó, y tomó mi única maleta.


—Gracias.— dicho esto, me abrió la puerta.


No era un auto demasiado llamativo como una limosina o algo, pero debía reconocer que era bastante caro, al menos para mis estándares de estudiante. Afortunadamente, era un auto polarizado, por lo que no tendría la posibilidad de que alguno de mis compañeros me reconociera. Si estaba escapando de mi vida familiar, también de mi estatus, por mucho que alguien podría molestarse por mi negativa.

Le pedí al conductor que me dejara a dos cuadras del aeropuerto, y aunque no parecía muy convencido, terminó por acceder. Al final, estacionó el auto a un costado, y me ayudó a llevar mi maleta a la entrada peatonal del aeropuerto.

Hice toda la documentación como de costumbre, y, una hora después, ya estaba en camino hacia Inglaterra.

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Me desperté unos 20 minutos antes de aterrizar, debido a los anuncios del personal de cabina sobre el aterrizaje. Como no había vuelos directos de ninguna aerolínea más que la económica, no nos habían dado comida ni nada, por lo que no vi la necesidad de permanecer despierta. A pesar de haber escapado de Londres, jamás me cansaría de ver el Támesis desde mi ventana unos minutos antes de aterrizar.

Al estar en los asientos delanteros, no tardé nada en desembarcar, además de que no llevaba más que mi maleta de mano.

Afortunadamente, aquí no tendría ningún auto extravagante esperándome, debido a que tenía que tomar el metro que me llevaría hasta Edgware. Pasé mi tarjeta del metro, sorprendiéndome un poco al ver que la tarifa había subido. Sí, el transporte en Londres era muy bueno, pero esto era demasiado.

Después de casi una hora, había llegado a mi destino. A pesar de no estar en el centro de Londres, era parte de la ciudad. Sí, me quejaba un poco de que estuviera en las afueras por lo imposible que parecía, más o menos, el ir a despejarme, pero también no le decía que no a estar en la pequeña casa de campo familiar que de pequeña no tenía nada.

Ice Queen [CDM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora