La bella durmiente

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-¡No esté bromeando!... no tengo tiempo para esto -le dijo el ceresiano al extraño anciano, que insistía con sus mitos.

-¿Quieres hacerte fuerte, no? Rápidamente... -le dijo el anciano decrépito, sonriente.

Granola guardó silencio. Se encontraba junto a su nave. Necesitaba partir cuanto antes en busca de una fuente de poder; la que fuera, con tal de acabar con Freezer y esos malditos saiyajin.

El ceresiano lo pensó. -¿Cómo sé que no me miente, anciano? -le preguntó serio y amenazante, tal como solía ser.

-Te invito a comprobarlo por ti mismo, ceresiano... esta princesa, hermosa, lleva siglos y más siglos atrapada en un sueño de muerte; quien la haga despertar por medio de un beso de amor verdadero... obtendrá el poder. ¡Es un poder único e inigualable! -le dijo el anciano, a quien lo cubría una túnica negra.

-¿Pero será suficiente para acabar con los saiyajin y Freezer? Tengo entendido que son muy poderosos, por eso... no requiero cualquier poder; necesito uno inigualable.

-Muchacho... ese beso te dotará de un poder extraordinario; podrás acabar con cualquier enemigo... y serás temido... por todos -le aseguró el anciano, todavía sonriente.

-Bien... entonces dígame dónde está.

-¡Con gusto!... pero antes... -el viejo alzó el índice derecho- recuerda ser muy delicado con ella, ¿de acuerdo?

-Está bien -asintió Granola con su amargura.

-Ahora... deja te indico dónde está...

El viejo le dio las coordenadas de la chica. Le dijo que se encontraba en un planeta obscuro y desolado; aterrador. Granola solo asintió a la información; siquiera dio <<gracias>>, y se marchó en su nave, dispuesto a encontrar a la <<bella durmiente>>.

-Suena a cuento de hadas -le dijo Automil.
Aunque su pulso estaba muy quieto; no te estaba mintiendo.

-Pues eso ya lo veremos... -le dijo Granola, quien a continuación se acomodó en el asiento para echar una cabezada.

El viaje hacia la oscuridad... sería un poco largo.

...

Granola y Automil aterrizaron en un planeta sinigual; como ningún otro que hubieran visitado. El planeta era pura roca oscura, renegrida, con el aspecto del carbón. No había vegetación alguna; ni un tipo de alma; solo obscuridad, de la más temible y sospechosa.

Granola salió de la nave, y recto, se dirigió a la única construcción en todo el planeta: un castillo lóbrego. Nada había en él, excepto pilares y rocas en forma de témpanos pendiendo del techo, y justo enfrente, más allá del centro, con un charco redondo, se encontraba la princesa, pálida, en su duro lecho de piedra.

Granola se quedó boquiabierto.

-¡Vaya...! -exclamó Automil, igual de impactado que su jefe.
Es muy hermosa... -terminó de decir.

Granola estaba aferrado a la belleza sublime que sus ojos de color desigual se negaban a soltar. La mujer... era tan preciosa como todo lo hermoso que sus ojos alguna vez contemplaron, e iba todavía más allá. La piel la tenía muy, muy blanca, fina, perfecta. El cabello negro como la obscuridad que la rodeaba, las pestañas largas, tupidas, muy negras también, y los labios alzados, carnosos, rojos, como ya esperando el beso. Estaba adornada con un vestido blanco, algo transparente, y en sus manos, que reposaban juntas, había un ramo de flores igualmente blancas.

Granola se puso nervioso; su raza, su gente... había sido aniquilada, por tanto, nunca tuvo tiempo para el amor; un beso, un deseo... No sabía lo que podía significar un beso, un toque... una mujer. Ni siquiera había tenido intimidad nunca, pues no se había interesado por nadie; la venganza era su alimento, y ese pensar ocupaba su mente todo el tiempo. Además, como no se había enamorado... se prohibía tener intimidad, ya que, según las leyes ceresianas, solo se podía llevar a cabo el acto con la persona escogida; <<la especial>>, y esa persona, después de copular con ella por primera vez, estaría atada a acompañarte de por vida. Ese era el matrimonio de los ceresianos; la ceremonia.

Drabbles GraMai (Granola x Mai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora