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Al día siguiente Aemond se encontraba caminando por el castillo con un objetivo en su cabeza, ir a entrenar, ya era hora de retomar su entrenamiento mientras seguía en la fortaleza roja, pues no estaba muy seguro de cuándo podría irse a su hogar en Essos

Estaba caminando con ser Erryk el cual lo miraba con curiosidad al ver la expresión de felicidad y la pequeña sonrisa que amenazaba por salir, Sir Erryk debía agradecer que no había nadie para ver a Aemond ahora, porque sin duda eso arruinaría su buen humor después de todo el príncipe abandonado tenía una reputación que cuidar

—Debo asumir que tú reunión privada con el rey fue satisfactorio—

Aemond simplemente dejo salir una pequeña carcajada llena de diversión y locura al recordar lo que había pasado cuando visitó a rey está mañana

Flash back

Aemond sabía que debía hacer algo para protegerse ahora que se encontraba en ese nido de víboras al cual debería llamar hogar

Sin duda su casta era un problema, ahora solo le quedaban dos botellas con supresores y sabía que nadie aquí lo ayudaría a conseguir más sin ir corriendo a esparcir la noticia, es por eso que debía pensar en la forma de protegerse porque él sabía que en momento que su querida familia se enterará de su casta todos querrían utilizarlo para su conveniencia, Otto y la reina querrían casarlo con alguien poderoso para crear una alianza poderosa, Rhaenyra lo usaría para consolidar la tregua entre sus familias tratándolo de casar con Lucerys, lo cual no lo disgustaba mucho en realidad, Lucerys era un alfa muy guapo a pesar de su sangre bastarda, pero él no se casaría para darle poder a uno de los dos lados de la familia que odia, él se casaría para su propio beneficio es por eso que debía buscar la manera de asegurar su posición una vez su casta fuera de conocimiento público

Aemond pensó, pero no sé le ocurría nada hasta que la idea llegó como una realización milagrosa otorgada por los mismos dioses

Rápidamente se arregló y tomo un supresor, pero no para beberlo simplemente lo guardo en su bolsillo pues sabía que lo necesitaría más tarde, salió de sus aposentos hacia el único lugar donde estaba la persona que podría ayudarlo y que sabía que nadie cuestionaría jamás

Al llegar le hizo saber a los guardias que deseaba hablar con rey, el jefe de la guardia lo hizo esperar mientras entraba a la habitación, después de unos minutos salió y lo dejo pasar sin ningún problema

La habitación del rey era un desastre, era oscura y tenía un horrible olor a pesar de estar bien organizada, pero Aemond sabía que el olor no era por la habitación era por el cadáver viviente que estaba acostado en esa cama gigante en medio de la habitación

Por primera vez desde que llegó Aemond vio al rey sin su máscara, pero tenía una especie de tela que seguía cubriendo la mitad de su cara podrida

—Hijo mío— la voz de Viserys se oía rasposa como si el tan solo hecho de hablar fuera una tortura—¿qué te trae por aquí? —

Aemond se acercó lo suficiente a la cama como para hacer una reverencia y después se arrodilló frente a la cama de su padre mientras tomaba una de las manos del rey el cual estaba sorprendido al ver esta acción por parte de su hijo

—Padre— Aemond tuvo que luchar contra las ganas de vomitar al decir esa palabra a este hombre, pero era necesario, debía hacerlo— lamento si no he venido a visitarte desde que llegué, pero he estado instalándome—

—Descuida entiendo que no quieras pasar tiempo conmigo Aemond—

—No es eso padre, es solo que...— la voz de Aemond se desvaneció lentamente

EL PRINCIPE OLVIDADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora