Salir con vida (EDICIÓN 2022)

Capítulo 11: Ocho días desaparecida

11:30 am

Me levanté del escritorio intentando buscarle algún sentido a todo esto.

No había casos similares en la ciudad, Maddie no se metía en líos y todo el mundo la consideraba muy responsable.

Entonces, ¿por qué? ¿Por qué alguien se molestaría en montar todo esto? ¿Realmente querían hacerle daño a ella o a sus padres?

Bufé y me dejé caer en la silla del escritorio. Se me estaba escapando algo, pero no sabía exactamente el qué.

—Buenos días, señor —me saludó Mery nada más abrir la puerta de mi despacho—. Le traigo un café doble con leche.

—Muchas gracias, Mery. ¿Novedades?

—La agente Rodríguez sigue con el móvil y el ordenador de Maddie. También está utilizando un programa para reconocer rasgos faciales e intentar seguir todos los pasos de Maddie en estas últimas dos semanas. —Le miré fascinado—. Ahora bajaré con ella a ver si puedo ayudarla.

—Veo que habéis hecho un buen equipo —comenté divertido—. Espero que no digáis nada malo de mí.

—Eso nunca, señor —dijo sonriendo otra vez—. Colin y Michael siguen hablando con todos los conocidos de Maddie y comprobando coartadas y antecedentes y Williams y Davis han ampliado la búsqueda de casos similares a todo el estado de Illinois.

—A ver si hay suerte... —Me quedé pensativo—. Siento que hay algo que se me escapa, pero no sé el qué.

—¿Por qué no sale un poco? Sé que ha dormido aquí y eso no es bueno para usted, señor.

—¿Cómo sabes que no he salido y he vuelto? —pregunté molesto.

—Lleva la misma ropa que ayer solo que hoy tiene el pelo más despeinado —respondió divertida—. Vamos, señor. Le llamaré si hay cualquier novedad.

Me rendí y me levanté de la silla.

—No te pienses que voy a hacerte caso siempre, Mery. —Pasé por su lado y vi que intentaba ocultar la sonrisa—. Gracias.

Asintió con la cabeza sin mirarme. Salí de la comisaría unos minutos después y decidí ir hasta mi alojamiento dando un paseo.

No hacía demasiado frío, pero empecé a echar en falta una chaqueta.

¿Cómo ha podido pasar todo esto? ¿Qué persona en su sano juicio sería capaz de hacerle daño a una niña?

El recuerdo de mi mujer volvió a mi cabeza y suspiré. Una mujer con tanta bondad y carisma había sido apagada por un desgraciado.

Mi corazón empezó a acelerarse y me intenté tranquilizar. Ahora mismo mi cabeza tenía que estar centrada en Maddie y solo en ella. Algún día lograría detener al hombre que mató a mi mujer a sangre fría.

Llegué a la entrada del hotel y pasé por la puerta giratoria.

—Buenos días, Agente Carter —me saludó el señor que estaba en recepción—. Ha llegado un paquete para usted.

Le miré desconcertado y me acerqué a él.

—¿Para mí?

—Sí, señor. Llegó ayer por la noche.

—Entiendo... —Lo miré detenidamente—. ¿Podría alejarse un poco?

Dio varios pasos hacia atrás nervioso golpenándose contra el mostrador que tenía detrás.

Saqué de mi bolsillo un pequeño sensor y lo pasé lentamente por encima de la caja. Nada. Solté todo el aire y cogí el bolígrafo que llevaba en el bolsillo de la camisa y lo clavé en la cinta que cerraba el paquete.