Capítulo 16: El principio del fin

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10 minutos antes...

Pisé el acelerador a fondo y adelanté a todos los coches de forma brusca. La adrenalina recorría mi cuerpo, la sangre me hervía y solo deseaba cogerle de una vez.

—Señor, si tenemos un accidente, no podremos ayudarla.

Levanté un poco el pie y la cara de Maddie vino a mi mente.

—Perdona, Mery.

Seguí conduciendo, doblé varias calles y me paré delante de una casa blanca. Varios coches se pararon detrás de mí. Bajé del coche y corrí hasta el maletero, lo abrí y saqué el chaleco.

—¡Vamos, vamos, vamos! —les grité—. ¡Todos con chalecos y armados!

Me adelanté a todos y empecé a subir las escaleras. De repente, la puerta se abrió, pero nadie salió.

Me detuve unos segundos hasta que escuché un grito. Subí el resto de escaleras y le pegué una patada a la puerta.


11 a.m.

—¡Suéltala!

Abrí los ojos y vi a un hombre con un chaleco que ponía FBI. Las lágrimas salieron sin control de mis ojos.

—¡Ayúdame! —le supliqué al hombre.

Varios agentes aparecieron detrás de él.

—¡No!¡No! ¡No! —gritó Zac—. ¡Fuera!

—¡Suéltala, Zac! —insistió el agente del FBI.

—¡Ella es mía! —gritó y apretó aún más mi cuello—. ¡Si dais un paso más, la mataré!

El agente levantó la mano y bajó su arma.

—Vamos, Zac —habló—. Tienes que soltarla. ¿No ves que no quiere estar aquí?

—¡Me da igual!

—No te da igual, ¿verdad? Sé que a ella la quieres —dijo dando un paso hacia nosotros.

—¡Cállate!

—Puedes negarlo todo lo que quieras, pero lo sé. ¿Sabes por qué lo sé? —preguntó con un tono más calmado—. Ella no es como las demás.

Zac reculó y noté su cuerpo tensarse.

—He dicho que te calles —insistió.

—La has tenido aquí en tu casa, cuidándola. Seguro que no le ha faltado nada, ¿verdad, Maddie?

Miré al agente que me miraba fijamente.

—Nunca me ha faltado nada —balbuceé—. Me ha cuidado.

—¿Ves? Sé que las demás eran simples trofeos, Zac. Maddie es diferente.

—Como tu mujer, agente Carter. Ella también era diferente. —El agente se detuvo y le volvió a mirar—. No dejó de gritar ni un segundo la malnacida.

Se hizo el silencio. Ese hombre iba a brotar y a saltar sobre él. Inspiró profundamente y bajó los hombros.

—Pero seguro que Maddie lo ha hecho todo muy bien para tener diecisiete años —contestó—. Seguro que te ha obedecido en casi todo, pero ya sabes que al final es una adolescente.

Miré a Zac como pude y me miró.

—A veces ha necesitado mano firme.

—¿Ves? Todavía hay tiempo para que aprenda, pero en este lugar no lo va a hacer.

Noté sus brazos más relajados y respiré profundamente.

—Las otras mujeres solo gritaban y lloraban, ni siquiera se defendían, pero Maddie... —Quitó la mano de mi cuello y acarició mi pelo—. Ella ha sido toda una luchadora.

Salir con vida (EDICIÓN 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora