Salir con vida (EDICIÓN 2022)

Capítulo 1: Un minuto

11.05 p.m.

Estaba delante del espejo de mi habitación mientras la música de John Williams sonaba por toda la habitación y, una vez más, repetí el temario de Literatura.

—¿Maddie? ¿Puedo pasar?

Me giré y vi a mi madre asomando la cabeza por la puerta.

—Claro —respondí.

Mi madre entró en la habitación con una bandeja con un zumo de naranja y un sándwich.

—Pensé que tendrías hambre —dijo y dejó la bandeja encima de la mesa—. No has bajado a cenar y ya es casi medianoche.

—Estaba terminando de repasar. —Me acerqué a ella y le di un beso en la mejilla—. Muchas gracias, mamá.

—No te acuestes tarde. —Me sonrió y salió de la habitación cerrando la puerta detrás de ella.

—Por donde iba...

Mi móvil empezó a sonar y suspiré. A este paso, no iba a terminar nunca. Me acerqué a mi mesita de noche y vi el nombre de mi amiga Lucy en la pantalla.

—¿Qué pasa ahora? —le pregunté con cansancio.

—¿Tú sabías que Jake había roto con esa chica que había conocido en los recreativos?

—¿Qué chica? 

—Sí, la chica esa de la que nos habló hace un par de semanas. Bueno, da igual. Lo importante es que ha roto con ella —dijo contenta—. ¿Sabes? Debería buscarse una chica mejor.

—¿Alguien como tú? —pregunté divertida.

—O como tú.

—Vamos, Lucy. Conozco a Jake desde la guardería —reí—. ¿Crees que a estas alturas saldría con él? Es como mi hermano.

—Como si nunca hubiesen salido parejas de mejores amigos.

—¿Cuántas conoces?

—Pues... —Se hizo un silencio—. Rachael y Ross eran mejores amigos y terminan juntos.

—¿Friends? ¿En serio, Lucy?

—¡Es un gran ejemplo!

—Buenas noches, Lucy.

—Pero...

—Yo también te quiero —me despedí antes de colgar—. Sigamos.

11.58 p.m.

Metí los apuntes en la carpeta y luego la guardé en el bolso con el estuche. Por fin había terminado de repasar todo y lo único que quería era meterme en la cama y dormir.

Salí de mi habitación y vi que la casa estaba en completo silencio sin ninguna luz encendida.

Caminé con cuidado por el pasillo y abrí la puerta que tenía a mi derecha. La ventana estaba abierta y la luz de la calle iluminaba ligeramente la habitación de mi hermana.

Me acerqué a su cama, agarré la sábana para arroparla mejor y le di un beso en la frente.

—Buenas noches, mocosa —susurré.

Salí de su habitación y cerré la puerta despacio para no hacer ruido. Volví otra vez a mi habitación y me puse el pijama antes de meterme en la cama.

Cogí el móvil y vi un mensaje suyo. Esbocé una pequeña sonrisa y respondí a su mensaje. Cualquiera diría que estaba en una nube.

Recibí otro mensaje, pero no era del mismo remitente. Lo abrí extrañada y bufé antes de eliminarlo.