Capítulo 12: Nueve días desaparecida

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***Advertencia***
Este capítulo está editado y no se recomienda leer a personas sensibles.
Se recuerda que esta historia es para mayores de 18 años.

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5 p.m.

—La familia de Maddie Smith, la joven de 17 años que desapareció hace más de una semana, sigue esperando recibir alguna información sbre el paradero de su hija. Sin embargo, la policía parece estar estancada y parece que todas las pistas les llevan a un callejón sin salida. Nadie sabe...

Apagué la televisión y tiré el mando enfadado. Cada vez que conseguíamos algo, terminábamos volviendo al principio de la historia.

No había huellas en las cartas que recibió Maddie ni en el paquete que me dejó a mí, ni una maldita cámara había sido capaz de grabarle, no se podía rastrear la localización de los móviles con los que le envió los mensajes y el maldito tatuaje se veía borroso.

Nada. Parecía un fantasma.

Y para colmo, los periodistas habían conseguido información muy clasificada y la habían hecho pública por puro morbo.

¿Dónde había quedado la integridad de la humanidad?

—Señor, ¿puedo pasar? —me preguntó el agente Miller.

—Adelante. —El agente entró y cerró la puerta detrás de él—. ¿Qué ocurre?

—Señor, no sé cómo decirle esto, pero la unidad canina no ha sido capaz de rastrear el olor de Maddie más allá de la parada de autobús.

—Como suponía —respondí frustrado.

—Nos preguntábamos si no sería buena idea llevarlos al bosque o al lago, señor.

—Agente Miller —hablé lo más tranquilo que pude—. ¿Estáis sugiriendo que me lleve a la unidad canina a buscar un cadáver que ni siquiera sabemos si existe?

—Señor, yo no...

—¿Cómo cree que se tomaría la familia Smith esta situación, agente Carter? ¿A usted le haría gracia? —Negó con la cabeza rápidamente—. Salga de mi despacho.

—Señor...

—¡Fuera de mi despacho! —le grité—. ¡Ahora mismo!

Miller me miró asustado y salió corriendo.

Lo intenté evitar con todas mis fuerzas, pero si mi propio equipo estaba perdiendo la esperanza, poco más quedaba por hacer.

La puerta se volvió a abrir, pero esta vez era Mery y la agente Rodríguez.

—¿Siempre tiene esa cara, agente Carter?

—No estoy de humor, agente.

—Pues esto le va a encantar —añadió Mery.

Enarqué una ceja y las miré fijamente.

—¿Qué es eso que me va a encantar?

—¿Ves? Es fácil pillarle el punto, Ana.

La agente Rodríguez soltó una carcajada.

—Después de días al borde del colapso mental, he conseguido algo que podría servirnos. Bueno, dos cosas.

—¿Cuáles? —insistí.

—La primera es que he conseguido recuperar todos los mensajes eliminados por ese maldito software que le habían instalado a Maddie y hemos descubierto que Maddie tenía novio.

Salir con vida (EDICIÓN 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora