Cap. 18: Y cuando abrí los ojos... ya no estabas...

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Había llegado a la puerta de aquella posada, la princesa Tsukihime temblaba de nervios y ansiedad, había logrado escapar de aquel monstruo pero ¿Cuánto duraría aquella libertad pasajera?, cubrió su rostro lo mejor que pudo en la capucha de su capa y entró, dentro había toda clase de personajes pintorescos desde las mujeres que intercambian sus besos por una monedas de plata hasta los mercenarios, soldados del palacio que una vez cayó en manos del monstruo quedaron sin empleo; todos personajes que seguramente vieron días mejores, esta era la realidad de su pueblo, la miseria que sus decisiones como princesa habían ocasionado, caminó hasta la barra y se sentó…

-          ¿Qué te sirvo? – preguntó el cantinero, Tsukihime alzó la vista, parecía un joven amable, era buen mozo y de tono amable…

-          Sólo agua – pidió, aquella dulce voz que poseía no podía ser ocultada, llamando de inmediato la atención del mozo que limpió bien un  vaso de cristal y sirvió el líquido que se notaba algo turnio

-          Casi no servimos agua, no es de buena calidad – le reconoció pero era tal la sed de la princesa que no hizo caso a la advertencia y bebió el agua con desesperación, cuando dejó el vaso su muñeca fue tomada asustándola – tranquila ¿Quién te lastimó? – impresionada por la seguridad de la aseveración levantó la vista, al fin los ojos azul grisáceo se posaron directo sobre los ojos dorados del muchacho, la princesa jaló su muñeca – no quise asustarte…

-          No… - fue lo que salió de sus labios

-          ¿quieres más agua? – ella sintió bebiendo otro vaso con la misma desesperación - ¿tienes hambre? – volvió a asentir – espera iré a pedir algo para ti – en poco tiempo le puso un plato de carne y patatas, y un jugo de bayas enfrente, la pobre princesa estaba impresionada con la amabilidad del joven pero sus instintos le decían no fiarse demasiado ya no, nunca más fiarse de nadie, comió y bebió con recelo - ¿Cómo te llamas? – ella sólo negó y continuó comiendo - ¿no tienes nombre? No sería raro, mucha gente aquí vive en la miseria, muchos somos huérfanos y a veces ni siquiera nombre tienen. Yo soy Noboru, y ya que no tienes nombre te llamaré Kin por tus cabellos plata – Tsukihime lo miró a los ojos abrumada escondiendo sus cabellos que se asomaban – tranquila no voy a decirle a nadie que te he visto ni nada, parece que quienes te tenían era muy crueles para dejar marcas de ataduras en esa piel tan blanca… ¿tienes donde pasar la noche? – Tsukihime negó, realmente había escapado sin un  plan ni nada de apoyo, no sabía que hacer ni por dónde empezar – puedes quedarte aquí en la posada si gustas… de hecho necesito una mesera si te interesa el puesto… - ella alzó sus ojos brillantes y le  miró confundida, pensándolo señaló a las mujeres sentadas en las piernas de los clientes y negó con la cabeza – no, no voy a hacerte ser como ellas, sólo llevarías comida y servirías tragos nadie tiene que ponerte un dedo encima y si lo hacen me avisas y los saco a patadas ¿esta bien así? No pago  mucho pero tendrías comida y techo – Tsukihime pensó y terminó accediendo

-          Está bien – en su vida había servido a alguien pero después del infierno que ha vivido un trabajo digno mientras recupera sus fuerzas no suena mal, que le hablen con respeto es un respiro al menos “si supieran que su princesa es quien va a atenderlos, pobre de mi pueblo, merecen un mejor soberano que yo, pero sólo a mí me tienen”  - Noboru… - dijo sonriendo ligeramente

-          Si tan sólo mostraras esa sonrisa siempre… tendrías el reino a tus pies… - Tsukihime se sonrojó un poco ante las dulces palabras pero negó para sí toda esperanza “yo no importo, ni  mi vida, ni mis días felices, nada de eso importa ya, pero le debo a mi gente liberarlos del monstruo a costa de mi propia vida”

Masochist: adicto al dolor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora