Capítulo 14

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Llenarse la vida de fiestas no era lo que parecía a simple vista. Sin embargo, la ayudaba a olvidarse de cosas que no mencionaría para no recordarlas. Jamás le diría a nadie que lo mejor que le había pasado era la visita de su hermano; y que ese idiota con ganas de comerse el mundo la había sacado del pozo en el que se había convertido su vida. No importaba que casi no tuvieran contacto, ni que fueran polos completamente opuestos, era todo lo que necesitaba. 

Y ahora, se tenía que ir. 

Entre lagrimas, le dijo adiós. Resulta que estar en el ojo público no le ayudaba demasiado a su autoestima, además, tenía que trabajar. Pero lo que había hecho por ella era algo que jamás terminaría de pagar. La había sacado adelante, la había ayudado y la había hecho que se olvidara de quién no esperaba que llamara a mitad de la noche. 

Ya no le costaba dormirse, pero las madrugadas en las que Tom volvía siendo la peor versión de sí mismo le habían dejado la secuela de un sueño frágil. Por eso, apenas sonó su celular, se despertó. 

Era un número desconocido, y a diferencia de veces anteriores, esta vez sí respondió. Por algún motivo. 

Desearía no haberlo hecho. 

─¿Hola? ─ preguntó, medio dormida. 

─Hola ─ escuchó del otro lado. 

El sentimiento fue tan gráfico que casi se vió a si misma retrocediendo todos los pasos que había adeltado, simplemente por escuchar su voz. Todo lo que había hecho dejó de tener sentido. Su cuerpo volvió a pesar, su mente volvió a sacudirse, sus manos volvieron a temblar y sudar, y su respiración volvió a agitarse tanto como la primera vez que lo había dejado ir. Bueno, como la segunda. 

─¿Thomas? ─ preguntó, aunque la pregunta en sí le resultara tan idiota como ella misma al hacerla. Claro que era él, de otra forma su cuerpo no hubiera reaccionado de la forma en que lo hizo. 

─Hola, Lester ─ habló, y un grito se escondió en la parte baja del abdomen de la chica. Lo que menos necesitaba era que la llamara, lo que menos necesitaba era que la hiciera retroceder. Lo que menos necesitaba era que la hiciera dudar, y que la llamara por su apellido. ─ ¿Estás ahí? 

─Estoy aquí ─ soltó como pudo ─ ¿Por qué llamas? 

─Te extra-

─No. No necesito escuchar esto. 

─Vi que Clau estuvo en Londres. ─ silencio ─ Lester, háblame. 

─No puedo Thomas. Perdón. 

Cortó la llamada, pero todo estaba arruinado. 

────

En cuanto abrió los ojos, se propuso olvidarse de lo que había pasado la noche anterior. Se propuso que su único recuerdo de esa noche sea un sueño placentero, y que todo lo que hiciera luego de la no-llamada de Thomas, no implicaría para nada al chico. Por eso, cuando despertó y notó que no le dolía el corazón, se alegró. 

Hizo ejercicio, algo que no solía hacer; luego se dio una ducha y luchó contra el esfuerzo de acostarse. Dio una vuelta por el parque, y al llegar, horneó galletitas. Casi ni había pensado en él. 

Hasta que se presentó en su puerta. 

Y no en su puerta principal, porque claro que Sebastian no le hubiera permitido el ingreso; sino que la puerta de servicio. 

─Parece que finalmente encontré la puerta de atrás ─ mencionó él, mientras veía a Amybeth contener la respiración. ─ Vamos, admite que es divertido. ─ odiaba que se le estuviera formando una sonrisita en la comisura de los labios. ─ ¿Estás bien? ─ preguntó mientras daba un paso al interior de la casa. La chica no le había sacado los ojos de encima, y lo veía casi que con susto. 

Colors | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora